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Cartas escritas en el frente llegan a sus destinatarios 70 años después

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El 22 de junio en toda Rusia se izan las banderas a media asta. Este día hace 69 años comenzó un dramático período nacional denominado la Gran Guerra Patria.
Cartas escritas en el frente llegan a sus destinatarios 70 años después

El 22 de junio en toda Rusia se izan las banderas a media asta. Este día hace 69 años comenzó un dramático período nacional denominado la Gran Guerra Patria.

El 22 de junio de 1941 quedará por siempre en la memoria de los rusos como el símbolo de una tragedia absoluta que se cobró millones de vidas. Durante los cuatro años de la Gran Guerra Patria perecieron y desaparecieron alrededor de 27 millones de personas. Algunas familias siguen sin saber hoy en día cómo murió algún familiar y dónde está enterrado.

Casi 70 años después se puso en marcha un proyecto cuyo objetivo es devolver las cartas escritas en el frente e interceptadas por los alemanes a las familias de los destinatarios. Para algunos parientes no sólo es una gran sorpresa, sino también una oportunidad de conocer mejor a sus antepasados, héroes de la guerra.

“He recibido su carta a la que contesto con un poco de retraso. La verdad es que no tengo muchas noticias. Aquí todo está bien, la vida es alegre. Si ustedes me escriben cartas, mándenmelas a la dirección antigua, después las envían aquí. No se preocupen por mí porque les hará daño.
Saludos,  
Su Seriòzha.
Saludos a todos mis vecinos del pueblo. Les deseo lo mejor, y me quedo aquí, sano y salvo.
28 de junio de 1941”.

Serguéi Mikulenkov escribió esta carta desde el frente en Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial, apenas unos días antes de que el ejército nazi ocupara el correo de la ciudad donde se encontraba (en el suroeste del país) y secuestrara todas las misivas de las tropas soviéticas. En ese momento nunca imaginó que las líneas dirigidas a su madre llegarían a su destino en Smolensk 70 años después, para ser leídas por sus hijas.

Nina Polyakova, la hija de Serguéi, dice que no sabía qué iban a encontrar en esas líneas. "Pero esperábamos tanto recibir esa carta, tocarla, ver su letra. Es tan emocionante recibir una carta escrita a mano por un familiar tan querido… Y comprobamos que su letra nunca cambió, siguió siendo la misma hasta los últimos días de su vida".

Fueron más de 1.000 las cartas que secuestraron los alemanes, más de 200 de ellas con destino a Rusia. El objetivo era que los servicios de espionaje estudiaran al enemigo soviético, su vida y sus costumbres. Después de todo este tiempo el proyecto, que lleva el nombre de 'Retorno de las cartas del frente', recuperó los sobres que formaban parte del Museo de Historia de Austria. El servicio postal ruso ya ha entregado cuatro cartas y continúa con la difícil tarea de intentar encontrar al resto de las familias a las que van dirigidas.

Igor Mandrykin, director del Servicio estatal de Correos de Rusia, dice que si no pueden encontrar al destinatario, guardarán las cartas en el Museo de Correos "para que los visitantes puedan verlas y leer las palabras inspiradas en aquella época que reflejaban las esperanzas, deseos y emociones que vivían los soldados del Ejército Rojo. Teniendo en cuenta que eran cartas escritas en los primeros días de la guerra es lógico que guarden las emociones de aquellos días. Esperaban que la guerra acabara pronto y pudieran reunirse con sus familias".

Nikolay Lvov es sobrino de uno de los soldados cuyas cartas llegaron al destinatario decenas de años después. Cuenta que la carta que puede leer ahora la había escrito su abuelo para su mujer, abuela de Lvov. "Ella llevaba mi apellido por eso me encontraron. En ese momento la familia estaba preocupada, decían 'si no ha llegado el correo, entonces lo han capturado'".

Sin embargo eso no sucedió con muchos de ellos, que incluso en los años posteriores lograron sobrevivir al campo de batalla. Como el padre de Nina y Valentina, que una vez terminada la guerra pudo formar una familia y contar a sus hijas aquellas historias del frente que todavía hoy ellas recuerdan.

"Mi padre nunca fumó. Sin embargo nos contaba que durante la guerra cuando recibían raciones de tabaco, en lugar de cambiarlas por alimentos, se las quedaba para regalárselas a sus amigos", confiesa Valentina.

Historias mínimas, anécdotas, anhelos… cada una de esas cartas encierra parte de la experiencia de esos hombres. Los que volvieron a ver a los suyos, y los que no. Hoy todos ellos vuelven a través de las palabras, para reencontrarse con sus familias en una relación dialéctica que vence las barreras del tiempo.

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