Aunque está ampliamente asumido desde hace meses que los dos aspirantes al goloso contrato son los gigantes Northrop Grumman y Lockheed Martin en colaboración con Boeing, el comunicado de la Fuerza Aérea, citado por la agencia estadounidense Jane's, envuelve en un misterio las especificaciones técnicas de la solicitud.
Según el portavoz de la Fuerza Aérea, Ed Gulick, los detalles técnicos no se publican en "fase competitiva" del programa y el ganador del concurso será proclamado en la primavera de 2015.
De acuerdo con la noticia, el precio de cada aeronave no debería exceder los 550 millones. Sin embargo, el valor no incluye los costos de investigación y desarrollo, lo que podría elevar el monto final.
El jefe del Comando Global Strike de la Fuerza Aérea, la organización responsable del mantenimiento y despliegue de misiles balísticos intercontinentales y los bombarderos estadounidenses con capacidad nuclear, destacó recientemente la urgencia con que la Fuerza Aérea quiere reemplazar el bombardero invisible B-2A Spirit de Northrop Grumman.
Según informes, Northrop Grumman está desarrollando un nuevo vehículo aéreo no tripulado sigiloso para misiones de reconocimiento e inteligencia penetrante en el espacio adverso, y dicha aeronave podría ser complementaria al proyecto del nuevo bombardero, llamado LRS-B. También se espera que Northrop Grumman aplique en su nuevo trabajo la experiencia y tecnología del desarrollo de los bombarderos furtivos de largo alcance B-2 Spirit.
Por su parte, Boeing y Lockheed Martin anunciaron el año pasado que se asociarán para competir por el proyecto, pero aún no han dado a conocer los detalles de su colaboración.
LRS-B es una de las prioridades de adquisición de la Fuerza Aérea dado que la flota de bombarderos estratégicos furtivos B-2A Spirit tiene solo 20 aviones y el bombardero de largo alcance Boeing B-52 Stratofortress está envejeciendo, por lo que las operaciones en un entorno adverso podrían resultar difíciles.
Los militares de EE.UU. ya habían informado de que el futuro bombardero debe ser barato (las 20 aeronaves B-2 Spirit que se construyeron hasta 1996 valían 2.000 millones cada una), de largo alcance y capaz de penetrar a través de las defensas aéreas enemigas. En el diseño de los aviones solo pueden utilizarse tecnologías probadas. Además, el bombardero debe ser capaz de actuar en las zonas de exclusión aérea o zonas de entrada prohibida [anti-access/area-denial].