Un avión militar ucraniano como el Su-25 es capaz de alcanzar en un breve plazo de tiempo la altitud de diez kilómetros a la que volaba el MH17.
Según el excomandante de la Fuerza Aérea rusa Vladímir Mijáilov citado por la agencia Itar-Tass, uno de estos aviones no habría podido entrar en la ruta de tráfico aéreo civil de diez kilómetros de ancho ya que habría sido una maniobra demasiado detectable.
Por eso le ayudó el centro de control de vuelos en la ciudad ucraniana de Dnepropetrovsk, que ordenó al Boeing que se desviara hacia la izquierda, en la dirección del Su-25.
"El problema es que el Boeing vuela a 900 km por hora, una velocidad inalcanzable para el Su-25 a esta altitud. Pero si el avión se aproximara al Su-25, lo único que queda hacer es guiar el avión hacia el objetivo hasta que los sensores del misil P-60M capten el blanco. La distancia óptima para el ataque es de 3 a 5 km, lo cual fue mencionado en la reunión en el Ministerio de Defensa", dijo Mijáilov en un programa del Canal 1 de la televisión rusa.
"Obviamente, los organizadores de este terrible ataque terrorista esperaban que el avión cayera en el territorio ruso", aseguró el experto.
Mijáilov se mostró seguro de que el Boeing-777 fue derribado así y no mediante un sistema antiaéreo Buk, según otras versiones.
"El Buk habría hecho más daños", aseguró.
Satélites de EE.UU.
Otro experto, Igor Korotchenko, editor de la revista Defensa Nacional, tiene la misma opinión y cree que EE.UU. sabe la verdad.
"El este de Ucrania está vigilado 24 horas al día por una agrupación de satélites estadounidenses, que está distribuida por distintas altitudes y métodos de reconocimiento. ¿Por qué no publican su información? Simplemente porque saben que el culpable verdadero son las Fuerzas Armadas de Ucrania", acentuó.
Según él, reconocer esto sería fracasar después de todos los esfuerzos y miles de millones invertidos en un proyecto destinado a reconfigurar el campo político de Ucrania.
A este respecto, el experto prestó la atención sobre cómo ha cambiado el tono de la inteligencia estadounidense: nadie ya acusa a Rusia, a la que sólo atribuyen cierta responsabilidad política.
"No hay pruebas contra Rusia o Novorossia, pero sí hay huellas de Ucrania", concluyó.
Controladores y la defensa antiaérea
El exjefe del Estado Mayor de la Defensa Antiaérea Alexánder Máslov cree que la comisión internacional de investigadores de la tragedia debe demandar a Kiev que entregue las grabaciones de las conversaciones entre los controladores de vuelo ucranianos y la tripulación del Boeing, así como de las conversaciones entre las unidades de la defensa antiaérea ucraniana ubicadas a lo largo del curso del siniestrado vuelo NH17.
"Los militares ucranianos disponen de esta información. Este sistema no ha cambiado desde tiempos soviéticos y siempre ha funcionado sin problemas. Por cierto, los expertos extranjeros lo saben", afirmó el teniente general.