El paso de la frontera está cerrado a los vehículos y la única manera de cruzarla es a pie. Uno de los refugiados cuenta a RT que, aún a riesgo de perder la vida en el camino, dejó todo lo que tenía para buscar una nueva vida en Rusia.
Allí no volvemos. Nos queremos quedar en Rusia"Las bombas caen a escasos metros de ti y parece que te están tirando encima una montaña de cemento. (…) Un día mi mujer me dijo: Deja todo y vámonos; si no lo hacemos, estamos muertos", recuerda Nikolái escondiendo sus lágrimas en la voz. Dice que, con solo una maleta llena de ropa en las manos, encontró refugio en el campamento junto a su mujer.
En Gúkovo, el ministerio de emergencias ruso ha habilitado servicios médicos y zonas de recreo para los niños, y facilita a quienes llegan agua y comida. "Hemos perdido todo. He perdido mi trabajo, he perdido mi pensión, mi casa y también a mis hijos porque huyeron desde otras ciudades y no están aquí", añade la mujer de Nikolái.
El campamento de Gúkovo, a escasos metros de la frontera ruso-ucraniana, tiene capacidad para 500 refugiados. Desde que inicio a operar, hace mes y medio, ha estado lleno. Aquí viven 150 niños. Todos saben cuándo llegaron, pero ninguno sabe cuándo se irá.
Evdokía Trífonova, una refugiada de 86 años, contó a RT que nunca pensó que tras la Segunda Guerra Mundial vería otro conflicto. Dice que a estas alturas le cuesta trabajo encontrar motivos para seguir viviendo.
Un día mi mujer me dijo: "Deja todo y vámonos; si no lo hacemos, estamos muertos
"Había bombardeos por la mañana y por la noche. Un avión tras otro. Luego uno más. ¡Boom, boom! Y también escuchaba disparos. (…) Tengo 86 años y no tengo familia. Nadie me necesita. A veces me pregunto qué hago aquí. Para qué huir…”, dice la mujer mayor.
Para los refugiados la guerra en Ucrania es un camino sin retorno. Y a la pregunta de si quieren volver a su tierra, la respuesta no está en duda: "Allí no volvemos. Nos queremos quedar en Rusia", contestan los refugiados por unanimidad.