El 30 de junio de 2009 un Airbus 310-300 de la compañía Yemenia Airways se precipitó sobre el mar a treinta minutos de Moroni, capital de la Gran Isla de Comoras (sureste de África), dejando un saldo de 152 víctimas mortales y una única superviviente, Bahía Bakari.
Luego de un año de la tragedia en la que la joven inexplicablemente logró escapar de la muerte, continúa un lento proceso de recuperación no sólo física sino emocional, y brindó una entrevista a la agencia española EFE.
“Por la noche cuando íbamos a llegar sentí el avión moverse un poco, y de repente me encontré en el agua. Allí estuve ocho o diez horas”, dice a EFE Bakari, ahora de catorce años.
Un año después del fatal accidente, siente que es muy pronto para abordar nuevamente un avión. “Es un niña muy tímida, no hubiera nunca pensado que fuera a salir de esto. No puedo decir que es un milagro, sino que es el buen Dios quien lo ha querido”, dijo Kassim Bakari, padre de Bahía.
Los familiares de las víctimas, entre pasajeros y tripulación, confían en averiguar algún día sobre lo ocurrido, dado que las investigaciones apenas han avanzado en lo que se presume, apunta a un fallo humano.