Las declaraciones más odiosas de la Guerra Fría

Hace 30 años, mientras probaba un micrófono, Reagan anunció en broma que bombardearía la URSS en 5 minutos. Aquella intervención fue una de las más notorias de la guerra fría. Les mostramos algunas de las declaraciones más destacadas de esa época.
La segunda mitad del siglo XX ha pasado a la historia universal como la época de la Guerra Fría: el enfrentamiento entre dos superpotencias, la URSS y EE.UU., y sendos bloques militares formados en torno a cada uno de los dos estados que puso en vilo a la humanidad.

En las relaciones entre los dos bloques militares hubo períodos de aparente paz –llamados de 'distensión'– y momentos en los que la humanidad parecía hallarse al borde de una catástrofe nuclear. En ciertas etapas las dos grandes potencias lucharon indirectamente entre sí –como en Corea a principios de 1950 o en Vietnam entre 1960 y 1970– y en otras ocasiones incluso sus jefes de estado se cursaron visitas mutuas.

Sin embargo, el temor a que alguna noche se lanzara un misil o despegara un avión con bomba nuclear a bordo desde una base militar invadió a varias generaciones de soviéticos, estadounidenses y europeos.

Las declaraciones de varios políticos –voluntaria o involuntariamente– contribuyeron a alimentar el miedo a la aniquilación global en aquellos años, como recuerda el portal de noticias ruso Gazeta.ru citando algunas de las declaraciones más famosas de la época.


Winston Churchill

El 5 de marzo de 1946, durante un discurso pronunciado en Fulton, Misuri, el político británico y líder del Partido Conservador lanzó la frase que marcaría todo este período de la historia: "Desde Stettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático, un telón de acero ha descendido a través del continente. Detrás de esa cortina están las capitales de la Europa Central y Oriental tales como Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Belgrado, Bucarest y Sofía. Todas estas ciudades y las poblaciones alrededor de ellas han caído bajo la esfera de la Unión Soviética".

 

Después del discurso de Fulton, que acabaría convirtiéndose en el punto de partida de la Guerra Fría, la expresión 'telón de acero' se incorporaría al léxico de las relaciones internacionales. 

Nikita Jruschov

No es de extrañar que una figura tan impulsiva y contradictoria haya sido fuente de numerosos hechos anecdóticos y frases célebres, lo cual explica que su percepción popular en la URSS sea en ocasiones la de un payaso.

Es 18 de marzo de 1956 en Moscú y Nikita Jruschov, primer secretario del Comité Central del PCUS, pronuncia:
"Les guste o no, la historia está de nuestro lado. Los enterraremos". Pronunciada en una reunión con diplomáticos occidentales, esta frase del entonces líder soviético aludía a la victoria mundial del socialismo sobre el capitalismo. Sin embargo, la declaración fue percibida por el público occidental como una amenaza directa de guerra.

Una vez estuvo de visita en Moscú el senador estadounidense Humphrey, persona que cayó muy bien a Jruschov. El líder soviético preguntó al político estadounidense dónde había nacido. Cuando Humphrey le contestó que en la ciudad de Miniápolis, Jruschov se acercó a un mapa y marcó la localidad con lápiz rojo. "Es para no olvidarme de dejar esta ciudad intacta cuando despeguen nuestros cohetes", le espetó Jruschov.

Quizá la más famosa de sus anécdotas ocurrió cuando Jruschov –que siempre infundía horror a los traductores por sus improvisaciones– hizo gala de su 'rico' lenguaje ruso mientras “pasaba revista” a la Exposición Nacional Estadounidense en Moscú en junio de 1959. Allí pronunció al entonces vicepresidente Richard Nixon una frase que normalmente se usaba en Rusia para asustar a los niños y que fue traducida literalmente: "¡Les mostraremos a la madre de Kuzmá!" Aparte de la perplejidad con la que dejó a quienes la escucharon, la frase fue gran motivo de preocupación, pues se pensó que se trataba de un arma nuclear rusa codificada como 'madre de Kuzmá'.

La predictibilidad política nunca fue una de las virtudes de Jruschov. Bajo su Gobierno el país estuvo al borde de la Tercera Guerra Mundial durante la crisis de los misiles.  

Sin embargo, Jruschov fue el primer líder soviético en visitar EE.UU.

Durante su mandato, las relaciones soviético-estadounidenses se intensificaron y la muerte del presidente John F. Kennedy fue percibida en la URSS como una tragedia.

Ronald Reagan

En una intervención el 8 de marzo de 1983 ante la Asociación Nacional de Evangélicos estadounidense de la ciudad de Orlando, Estado de Florida, el entonces presidente de EE.UU. afirmaría: "En sus discusiones de las propuestas de moratoria nuclear, les hago una llamada para que tengan cuidado con la tentación del orgullo, la tentación de alegremente declararse ustedes por encima de todo y etiquetar a ambas partes [EE.UU. y la URSS] como igualmente en falta; ignorar los hechos de la historia y los impulsos agresivos de un 'imperio del mal'; calificar a la carrera armamentística simplemente de gigantesco malentendido y, por lo tanto, apartarse ustedes de la lucha entre lo correcto y lo incorrecto y entre el bien y el mal".

Fue el primer uso oficialmente registrado de la expresión 'imperio del mal' por parte del entonces presidente. Por 'imperio del mal' Reagan entendía, por supuesto, a la URSS.

La importancia de aquel discurso, que fue tildado de histérico, todavía es motivo de discusión entre historiadores y científicos políticos. Pero hay algo cierto: el 'imperio del mal' se convirtió en uno de los clichés políticos del siglo XX.

El 11 de agosto de 1984, durante una intervención pública en Washington y mientras se aseguraba del funcionamiento de su micrófono, Ronald Reagan declararía: "Queridos estadounidenses, me complazco en anunciarles que acabo de firmar una orden que deja fuera de la ley para siempre a Rusia; dentro de cinco minutos comenzaremos los bombardeos".

El Gobierno soviético, sin embargo, no parecía muy dispuesto a tomárselo en broma. Tass, la agencia de noticias gubernamental autorizada a emitir declaraciones en nombre de Moscú, intervendría con una declaración acerca de la incongruencia del presidente recordando que EE.UU. estaba en posesión de armas nucleares.