Con ataques aéreos y el envío de armas al norte de Irak para contrarrestar al Estado Islámico (EI), EE.UU. trata de subsanar una situación de la que es responsable al ayudar a los terroristas a ganar fortaleza, recuerda a RT el activista político Raed Jarrar. El propio Pentágono admite que la ofensiva no ha debilitado a una temible organización terrorista con la que hasta Al Qaeda rehusó cooperar.
EI aprovechó la ayuda financiera y educativa que EE.UU y sus aliados prestaron a la oposición en la guerra civil en Siria, explica Jarrar. "EE.UU. destinó cientos de millones de dólares a apoyar, armar y entrenar a los grupos armados de la oposición en Siria", afirma Jarrar. "Sin duda, las intervenciones extranjeras (…) abrieron la puerta de par en par a los grupos extremistas", asegura el activista.
Anteriormente el analista geopolítico William Engdahl había asegurado a RT que el éxito de EI habría sido imposible sin la ayuda proporcionada por EE.UU. Los terroristas recibieron el respaldo financiero de los tres principales aliados de Washington en el mundo árabe: Kuwait, Catar y Arabia Saudita. Además, añadió el analista, los mandos clave de EI fueron entrenados por la CIA junto con la inteligencia turca y jordana.