"Está claro que nos enfrentamos a una intensa guerra de propaganda. Nuestros medios de comunicación, en lugar de darnos una información real, apuestan por enviarnos una propaganda que nos haga condenar a Rusia (...). Fabrican gradualmente nuestro consentimiento a la guerra", insiste Charbonneau en su columna en 'Le Grand Soir'.
Su argumento básico es: "¿Cuántas bases militares tiene Rusia fuera de sus fronteras?". Eso, mientras las fuerzas estadounidenses están repartidas alrededor de todo el globo, acentúa el columnista. Según las últimas cifras publicadas por la Universidad de California, en 2009 EE.UU. contaba con 865 bases militares en el extranjero, donde servían 190.000 efectivos más 100.000 civiles.
"¿Quién mandó tropas a Irak y Afganistán? ¿Quién bombardeó Libia durante ocho meses hasta asesinar finalmente al presidente, gran parte de sus familiares y seguidores? ¿Quién derrocó a Laurent Gbagbo en Costa de Marfil? ¿Quién reclutaba, entrenaba, financiaba y armaba a los islamistas para acabar con el presidente sirio?", acentúa Charbonneau.
"¿Estará Rusia invadiendo países soberanos o se está preparando para defenderse de un ataque eventual de los Estados 'pacíficos' y no imperialistas de la OTAN?", escribe el columnista y destaca que se está inculcando también el odio hacia los ucranianos que eligieron en un referéndum que quieren relacionarse con Rusia. Les están bombardeando "bajo nuestra mirada benevolente", subraya el publicista. "Se deben hacer esfuerzos para mostrar la otra cara de la moneda. Nuestros medios de comunicación manipulan nuestros juicios. Se utiliza la emoción a expensas de una información real y verificable", puntualiza.
Desde su punto de vista, lo esencial en toda esta situación es que lo que oye la gente común y corriente son las palabras de Rasmussen, Obama, Hollande o Merkel y no las de los afganos, sirios, libios, iraquíes o ucranianos de la calle. "Sin embargo, estas son las personas a quienes bombardean y muchas veces gracias a nuestros impuestos. En nuestra democracia, no tenemos poder", concluye Charbonneau.