Alí estuvo retenido en un contenedor metálico al lado de un palacio antes de que lo sacaran de allí con 10 otros militares por la tarde del mismo día, cuando la ciudad de Tikrit estaba en manos de los extremistas. El grupo fue llevado al paredón, donde los verdugos les dispararon con pistolas. Alí no fue alcanzado por ninguna bala, pero cayó al suelo igual que habían hecho los otros, esperó varias horas y escapó apenas hubo oscurecido.
Tras su increíble salvación, el soldado ayudó a las autoridades a localizar el lugar donde había tenido lugar el fusilamiento y también colaboró con representantes de la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW) en Irak.
El portavoz de esta organización indicó al periódico británico que Alí estuvo escondido en la rocas durante varios días antes de ponerse en contacto con el grupo de HRW que trabajaba en el lugar. De momento, dijo, el joven se encuentra fuera de las regiones controladas por el Estado Islámico en un paradero seguro.
Los investigadores estiman en 770 el número de hombres, principalmente soldados, ejecutados por el Estado Islámico tras la toma de la ciudad de Tikrit. El propio grupo terrorista estimó la totalidad de sus víctimas, solo en junio, en 1.700 personas. Mayoritariamente se trata de prisioneros que habían sido identificados por los extremistas como efectivos del Ejército de religión chiita.
LAS SIGUIENTES IMÁGENES PUEDEN HERIR SU SENSIBILIDAD