Jóvenes indocumentados en EE. UU.: Graduados, pero desempleados
Más de tres mil jóvenes indocumentados viven en la sombra del sueño americano. No tienen muchas posibilidades de obtener una profesión o conseguir un trabajo, ni acceso al sistema de salud pública del país donde crecieron y al que consideran su hogar.
“No tenemos ni la más mínima oportunidad de encontrar empleo. Apenas podemos aspirar a un salario mínimo”, dice Rodolfo Díaz, estudiante indocumentado de 22 años graduado de una universidad. “No cuento con la tarjeta de seguridad social. Ni tampoco tengo ninguna posibilidad de recibir ayuda financiera. No tuve la oportunidad de ir al extranjero para estudiar en otro país. Tampoco puedo obtener licencia de conducir”, agrega.
Los estudiantes ya están dispuestos a todo para abrir una ventana hacia una vida digna y no perder su futuro. Con el fin de atraer la atención a sus problemas, ellos organizaron una huelga de hambre llamando a la gente a apoyar el sueño americano. No es un acto político que tenga como objetivo obtener algún privilegio. Lo único que quieren es poder vivir en su país sin que se menoscaben sus derechos.
La ley federal abrirá un camino para obtener la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados que han sido llevados a EE. UU. cuando eran niños. Pero eso, por ahora, es en teoría.
Como señala Yadira Lavern, una graduada indocumentada, estos problemas de los jóvenes no tienen nada que ver con las ideas y vidas de aquellos que gobiernan el país.
El senador Charles Schumer, uno de los garantes del programa que debía ayudar a los jóvenes indocumentados, no hizo nada —según los activistas— para implementar los puntos de ese programa que fue reformado hace una década. Los estudiantes tienen que estar aquí día y noche esperando que Schumer salga para hablar con ellos y ayudarles a resolver sus problemas tal como lo había prometido.
“Si ellos de verdad quieren ver que tenemos que sobrevivir, entenderán porque estamos aquí”, dice Yadira.
Los indocumentados dicen que no tienen nada que perder. Y todo esto pasa al mismo tiempo que aumentan las disposiciones contra los inmigrantes.
La puerta al sueño americano siempre está abierta en ese país. La única pregunta es: ¿para quién?.