Los dos buques anfibios que participan en los ejercicios, el Gueorgui Pobedonósets y el Kóndopoga, efectuaron el desembarco en la costa de la isla de Kotelny de un grupo táctico de la infantería de Marina y más de una veintena de vehículos blindados. Para el traslado de los efectivos dieron uso a la aviación naval y las lanchas de a bordo.
"Nuestra presencia aquí tiene el objetivo de asegurar los intereses de Rusia en el Ártico y reafirmar que la ruta marítima del norte históricamente es un valor para Rusia", explicó a RT en inglés el vicecomandante de la Flota Ártica, el contraalmirante Víktor Sokolov.
En opinión del mando militar ruso, los más de 23.000 kilómetros de desierto ártico, donde no hay ningún punto habitado, son un polígono ideal para capacitar a los marinos en condiciones poco aptas tanto para la estancia como para los combates. Además, no existe ningún otro lugar desde el que se pueda proteger el paso de los navíos por la ruta septentrional.
La propia travesía de los buques de guerra hacia el lugar del simulacro desde la base naval más próxima requirió ocho días, destacan los militares. Para llegar los barcos necesitaron que los acompañaran dos rompehielos, aunque las condiciones de tráfico en la zona en esta época del año no son las peores, puesto que los dos meses de verano ártico acababan de llegar a su fin.
Mientras tanto, en el otro extremo del litoral ártico ruso, en la provincia noroccidental de Múrmansk, los militares han preparado un aeródromo para el aterrizaje y el posterior mantenimiento de los aviones de combate que en un futuro se trasladarán al lugar para su emplazamiento permanente. Tienen programado para los próximos días un ejercicio más, uno muy especial: tendrán que reparar velozmente la pista de despegue y aterrizaje en pos de un eventual bombardeo por aviones de algún enemigo potencial.