Si EE.UU. quiere doblegar de verdad al Estado Islámico (EI), tendría que enviar a la zona de conflicto tres veces más tropas terrestres que las fuerzas del EI, opina el presidente del Instituto ruso de Oriente Próximo, Yevgueni Satanovski, en el semanario 'VPK'. Según él, la coalición existente "no tiene ninguna posibilidad de éxito" por dos razones: porque la coalición no está conformada por varios países importantes, y porque los países de la coalición, sobre todo EE.UU., anteponen sus propios intereses a la causa común.
Turquía
El punto más débil de la coalición es que Turquía no forma parte de ella. Precisamente, este país, que cuenta con un ejército fuerte y linda con los territorios donde opera el EI en el norte de Irak, podría jugar un papel clave en la lucha contra los yihadistas. No uniéndose a la coalición, Turquía muestra que no representa una amenaza para al EI, si bien tampoco es su aliada. Por territorio turco pasa el tráfico ilegal de petróleo que vende el EI, así como el flujo de yihadistas extranjeros que se unen al EI. Sin embargo, ello no quiere decir necesariamente que Turquía apoye al EI, sino que el país salió de la zona de influencia de EE.UU., manteniendo lazos formales con EE.UU. en el marco de la OTAN, explica Satanovski.
Irán
Otro país que cuenta con recursos para ayudar a combatir al EI es Irán, que también se quedó fuera de la coalición. EE.UU. podría usar a Irán no solamente en la lucha contra el EI, sino también para desplazar el petróleo ruso del mercado europeo. Para ello EE.UU. tendría que eliminar las sanciones impuestas al petróleo iraní, pero en vez de ello prefiere seguir apoyando a Israel y a las "monarquías arábigas", yendo a remolque del Congreso, tradicionalmente agresivo hacia el país persa. Todo ello impide el desarrollo de cooperación entre ambos países.
Israel
Israel tampoco se unió a la coalición, si bien se prepara para lanzar ataques contra los islamistas en los Altos de Golán y ha anunciado que apoyaría a Jordania en caso de amenaza por parte del EI. "La aparición de la nueva amenaza regional que representa el EI no cancela los conflictos anteriores" en la región, explica el autor. Además, las relaciones entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, con el presidente estadounidense son tan tensas como las relaciones de Israel y EE.UU. con Turquía.
Egipto
El ejército de Egipto se mantiene ocupado en la lucha contra "la clandestinidad islamista" dentro del país, por un lado, y contra las infiltraciones de milicianos islamistas desde Libia y Sudán, por otro. La tercera mayor preocupación para Egipto es Hamás, en la península del Sinaí, recuerda Satanovski. Sin embargo, Egipto no puede no apoyar a Arabia Saudita en caso de que sea necesario, ya que, en condiciones de crisis económica en Egipto, representa el principal respaldo para su economía y armamento. Además, Turquía y Catar han declarado una "guerra fría" agresiva al presidente egipcio Abdel Fatah al-Sisi por derrocar a los hermanos musulmanes hace un año. En estas condiciones, Egipto podría enviar a su ejército para defender el territorio saudita, pero nunca se adentraría en territorio de Irak, concluye Satanovski.
Otros países
Otros países árabes, como Jordania, Catar o Arabia Saudita, no van a enviar sus ejércitos a Irak, limitándose a la defensa de sus propias fronteras, como es el caso de Jordania. Algunos otros, como Catar y Arabia Saudita, prefieren sustituir al EI por sus propios radicales, financiando en particular al Frente al Nusra en Siria, y también buscando atraer a su lado a los milicianos del EI.
EE.UU.
A pesar de las declaraciones de que EE.UU. quiere combatir al EI, en realidad esto no le interesa tanto, piensa el autor. Por un lado, la Administración de Obama está segura que el EI, en realidad, no representa ningún peligro para EE.UU., mientras que, por otro lado, a EE.UU. no le interesa que esta zona esté libre de la amenaza del EI, explica el analista, ya que siempre que los países en Oriente Medio se sientan amenazados, la ayuda estadounidense, real o potencial, se volverá vital para ellos. En lo tocante a las decapitaciones de los periodistas estadounidenses y al "genocidio" de pueblos como kurdos o yazidíes por el EI, "no se trata del primer genocidio ante el que EE.UU. prefirió hacer la vista gorda", concluye.