Una nueva serie de televisión de 30 episodios titulada 'State of Myth' (Estado de Mitos) ha sido estrenada este sábado por la televisión estatal iraquí, informa 'The Washington Post'.
El objetivo de este 'show' satírico es exponer la verdadera naturaleza del Estado Islámico a través del humor y los juegos de palabras.
Entre los personajes del primer episodio figuran el líder del grupo extremista, que estudia una estrategia para ganar más seguidores en las redes sociales, así como sus 'followers' entusiasmados: un borracho del pueblo que todavía bebe en secreto y el dueño de una tienda que se enteró en la red de que las verduras de género femenino no pueden ser mezcladas con las de género masculino.
La producción audiovisual manifiesta la extraordinaria capacidad de los iraquíes, un pueblo marcado por la guerra, para desafiar la violencia con humor, indica el artículo de 'The Washington Post'.
Sin embargo, ante la posibilidad de recibir amenazas, varios de los actores de la serie decidieron no revelar sus nombres en los créditos de la misma. El guionista también ha insistido en permanecer en el anonimato.
Transmitida a nivel nacional, la serie estará disponible en las tierras controladas actualmente por el Estado Islámico (gran parte de las provincias del oeste y del norte de Irak).
"Estamos dando a la audiencia la imagen real de 'Daish' [acrónimo árabe para el Estado Islámico]", afirma Khalil Ibrahim, actor iraquí que interpreta el papel de alcalde.
"En Tikrit y Mosul vivía gente de mente abierta", asegura Ibrahim en relación a los residentes de las ciudades ahora controladas por los islamistas radicales. "Pero algunas personas han cambiado y apoyan a estos extremistas. Tal vez podamos llegar a algunos de ellos", concluye el actor.
El tráiler original de la serie se basaba en la teoría conspirativa de que EE.UU., Catar e Israel han sido los responsables del ascenso del Estado Islámico. Sin embargo, esa idea fue desechada después de los ejecutivos decidieran que, en plena campaña de bombardeos liderada por Washington, no debían ridiculizar a sus aliados, advierte el artículo.