El 26 de abril de 1986, el cuarto reactor de la planta nuclear de Chernóbil, una de las mayores del mundo, explotó, liberando miles de toneladas de residuos nucleares a la atmosfera. El incendio en el reactor estuvo activo durante los nueve días posteriores al accidente.
Anatoli Gúbarev, que tenía 26 años el día de la catástrofe, reveló al diario 'The Daily Mail' lo que tuvo que soportar durante su participación en la operación especial como ingeniero de un equipo de bomberos.
Gúbarev explicó que el 4 de mayo de 1986 acudió al punto de formación donde tenían que reunirse los equipos de emergencia. Bomberos, pilotos de helicópteros y personal médico llegaron de toda la Unión Soviética para ayudar en las tareas de rescate.
"Durante los siguientes cinco días crearon equipos para luchar contra el fuego. Todo el mundo se hizo a la idea de que teníamos que ir a Chernóbil. Nos metimos en unos autobuses nuevos y nos pusimos en marcha. La columna de vehículos parecía no tener fin", recuerda el ingeniero.
Gúbarev entró en la planta junto con varias decenas de rescatistas arriesgando la vida y la salud, pero cumplió con su misión de extinguir el incendio. La temperatura en el interior del reactor había aumentado hasta unos increíbles 2.000 grados centígrados.
"Lo único que se oía era el murmullo del agua. Durante el camino de vuelta parecía que el corredor de la planta se había hecho tres veces más largo y que las mangas del equipo de protección pesaban toneladas." Avanzaron por pasillos sumidos en la oscuridad a causa del humo. "No recuerdo cómo salí de allí, pero lo más importante es que estábamos vivos", dijo.
"Hay dos cosas que no olvidaré nunca de ese viaje. La primera son los pozos cubiertos con una funda de plástico, y la segunda, una joven pareja con su hija de dos años intentando escapar del horror de la zona contaminada en un viejo ciclomotor".
En total, más de 130.000 personas fueron trasladadas desde la zona de evacuación, que fue aumentada hasta un radio de 30 kilómetros alrededor de la planta. En los equipos que trabajaron día y noche para asegurar el área había pilotos de helicópteros militares que rociaban el reactor incendiado con una mezcla de arena, plomo y boro.