El cálculo abarca el periodo que va desde mediados de junio, cuando Washington comenzó a enviar expertos militares a Irak para asesorar a las tropas locales y proteger a los ciudadanos estadounidenses que están en el país, hasta el día de hoy.
Según el informe, citado por la agencia Itar-Tass, 62 millones dólares fueron gastados en los ataques aéreos llevados a cabo en el marco de las operaciones de la Marina norteamericana, así como en los lanzamientos de misiles de crucero de largo alcance Tomahawk.
En total, la flota utilizó 185 proyectiles, incluidos 47 misiles de crucero, que fueron utilizados para atacar al grupo Jorasán. Los miembros de esta organización, según funcionarios estadounidenses, planeaban cometer un ataque terrorista en territorio norteamericano.
Por su parte, los pilotos de la Fuerza Aérea utilizaron cerca de un millar de misiles y de bombas.
Según estimaciones generales, desde junio el Pentágono gasta diariamente en Siria e Irak 10 millones de dólares, cifra que va en aumento a medida que se intensifican los ataques.
Sin embargo, muchos ponen en duda la eficacia de la estrategia occidental empleada para acabar con el movimiento yihadista. Los milicianos kurdos afirman que estos bombardeos han tenido un impacto mínimo a la hora de hacer retroceder posiciones de los terroristas, mientras que el mismo Pentágono ha reconocido en varias ocasiones que es poco probable que los bombardeos logren debilitar al grupo de forma significativa.