Según algunas fuentes, unas 100 niñas adolescentes de Europa y EE.UU. ya han llegado a Raqqa, ciudad siria que el Estado Islámico convirtió en su capital, para tomar parte de la yihad. La profesora de estudios de seguridad en la Universidad de Massachusets, Mia Bloom, en su artículo publicado en 'The Washington Post' explica qué promesas del Estado Islámico hacen que las niñas educadas en Occidente se decidan a cambiar su vida de una manera tan drástica.
La profesora asevera que el EI atrae a las adolescentes a través de los medios y redes sociales. Se les asegura que en la organización se cuidará de ellas y nadie se burlará de su fe. La recompensa también incluye además una casa gratis con electricidad y agua, así como frigoríficos, hornos, microondas, batidoras y aspiradoras. A todo esto se añade el premio de liberarse de las tierras de los infieles y entregarse a Alá.
En la práctica, lo que pueden esperar en Raqqa son tres cosas: realizar tareas de limpieza, de cocina y el cuidado de los niños. A la mayoría de las niñas se las casa con milicianos extranjeros cuando llegan, recuerda Bloom, añadiendo que muchas niñas se ofrecen en forma de compensación a los hombres que luchan en el EI.
Existen excepciones. La profesora explica que algunas mujeres son escogidas para incorporarlas a la brigada que patrulla las calles de Raqqa como policía moral islámica. Los líderes yihadistas controlan que las mujeres se cubran la cara con un velo lo suficientemente grueso y que no se les vean los tobillos o las muñecas.
Bloom también cita a otras fuentes diciendo que las yihadistas británicas dirigen prostíbulos para los milicianos extranjeros en Raqqa, donde, según algunos informes, viven unas 3.000 mujeres yazidíes.
Algunas de estas mujeres, decepcionadas en el EI, consiguen escapar, pero son una excepción.