Kobani vive desde el pasado lunes la pesadilla del asedio del Estado Islámico (EI), cuyos terribles efectos han sufrido en primera persona miles de refugiados que han logrado huir de las masacres hacia la frontera con Turquía y que relatan su terrible experiencia, informa 'Mirror'.
Quienes no logran llegar a la frontera con Turquía, que se encuentra a solo 200 metros, quedan atrapados en una 'tierra de nadie' donde los extremistas cometen violaciones masivas de los derechos humanos sin que los bombardeos emprendidos por EE.UU. los disuadan.
"Los combatientes del EI son unos animales, están dementes, no son humanos. Tienen una sed de ver correr sangre nunca vista, pues gozan cuando decapitan a las personas, es su rasgo, y justifican sus masacres en el nombre de Alá", relata Ekram Ahmet, un refugiado kurdo de 40 años.
Las escenas de horror se intensifican ya que, según Ahment "todo el tiempo los fundamentalistas están agitados y exaltados". "Buscan castigar a los niños por cualquier cosa. Mi hijo de 11 años fue sacado a rastras a un camión del EI. Le encontraron en el bolsillo un corán que mi esposa le había dado para que lo protegiera. Los extremistas, cuando se percataron de que era kurdo, destrozaron el corán y mandaron al niño a una línea donde iban a decapitarlo. Sin embargo, en ese instante estalló un combate por lo cual los extremistas se distrajeron y mi hijo logró escapar".
Al cruzar la frontera con Turquía la situación de los refugiados kurdos no mejora, ya que también son víctimas de discriminación por parte de los oficiales gubernamentales. "Mientras cruzábamos la frontera, los soldados turcos nos insultaban llamándonos 'gente estúpida' y 'monos'. Parece ser que nos odian más que los extremistas del EI, pero deben tener cuidado si desean tener de vecinos a los yihadistas del EI", prosigue Ahment.
También abundan testimonios sobre las violaciones de niñas
que cometen los combatientes del EI. La reportera Vanessa Altin describe cómo el pasado lunes, cuando el EI inició el asalto contra Kobani, capturaron a un niño y a su hermana, que se encontraban en los suburbios de la ciudad. La niña no sobrevivió, ya que fue asesinada después de haber sido violada. Los pequeños que logran cruzar la frontera son internados en los campos de refugiados, desde donde hacen un llamado a la comunidad internacional para que acudan a su auxilio. Duvan, de 13 años, dice estar "orgulloso" de que su padre esté en Kobani combatiendo al EI. "Rezo todos los días por él", confiesa.
El reportero kurdo Murat Cifctci
considera que "mientras los kurdos defienden de forma heroica la ciudad y celebran los bombardeos de la coalición internacional", los "aviones árabes están menos inclinados a combatir al enemigo, ya que su involucramiento es simplemente una cortina de humo". Así que, "para evitar un genocidio, los kurdos necesitan un verdadero apoyo contra el EI", concluye.