El presidente estadounidense Barack Obama firmó ayer miércoles la ley que reforma el sistema financiero del país y que ofrece la mayor protección de la historia a los consumidores financieros.
Durante la ceremonia, paradójicamente celebrada en el edificio Ronald Reagan (del presidente que promovía la deregulación económica), Obama dijo que la ley garantizará "que todos sigan el mismo conjunto de reglas, de modo que las empresas compitan en precio y calidad, y no trucos y trampas".
La reforma está orientada a prevenir la repetición de la crisis financiera registrada entre 2007 y 2009, estableciendo una mayor supervisión por parte del gobierno que tendrá más poder, por ejemplo, para liquidar entidades en quiebra o para auditar sus cuentas.
La ley también establece una mayor exigencia de capital para los bancos; regula las transacciones de los mercados de derivados; limita los salarios de los banqueros; somete a un mayor control a las entidades de calificación de riesgo y establece la creación de una Oficina de Protección del Consumidor.
"Nuestro sistema financiero sólo funciona, nuestros mercados sólo son libres, cuando hay reglas claras y garantías fundamentales que impiden el abuso, que restringen el exceso, que aseguran que es más rentable jugar por las reglas que jugar con el sistema", dijo Obama en la Casa Blanca.
"Debido a esta ley, los ciudadanos estadounidenses nunca más volverán a pagar por los errores de Wall Street", añadió entre aplausos.
La aprobación de la ley es una gran victoria para Obama y los Demócratas dado la fuerte presión de una serie de poderosos grupos de interés y de los Republicanos, determinados a bloquear la reforma.