Al mismo tiempo, el candidato que resulta elegido no está en deuda con los votantes, sino con los intereses especiales que han financiado su campaña. "Una vez elegido, el funcionario sirve a los grupos de intereses privados que lo han puesto en el cargo. En EE.UU. el Gobierno puede ser comprado y vendido como todo lo demás", asevera Craig Roberts.
Una vez elegido, el funcionario sirve a los grupos de intereses privados que lo han puesto en el cargo
A llegar a esta situación ha contribuido la decisión histórica de la Corte Suprema que permitió la creación de Citizens United, la ONG constituida para que las empresas privadas estadounidenses financien campañas políticas con pocos controles y sin límite de sumas. "La Corte Suprema republicana puso su sello de aprobación sobre el derecho de las empresas a comprar el Gobierno de EE.UU.", resume el politólogo.
Sin embargo, los votantes norteamericanos siguen participando en las elecciones. "Una vez leí una teoría según la cual las elecciones son una forma de entretenimiento", escribe Craig Roberts. Como ejemplo significativo el politólogo pone la pregunta que una joven le hizo al expresidente Bill Clinton durante un evento de MTV en 2007: a la mujer le interesaba saber qué tipo de ropa interior llevaba el político.
Las elecciones solo sirven para validar la falta de responsabilidad del Gobierno, insta el politólogo. Y el Gobierno de EE.UU., tanto el de George W. Bush como el de Barack Obama, no han hecho más que "reconocer abiertamente que en el marco de la 'guerra contra el terror' ambos presidentes se libraron de tener que cumplir las normas de la Constitución y la ley estatutaria nacional e internacional", concluye.