El objetivo principal de la política clandestina de China es crear una alternativa a la manera como el país participa en los asuntos internacionales. De este modo, Pekín podría difundir y expandir su influencia en el mundo y sortear, al mismo tiempo, los obstáculos que le impone el sistema internacional dominado por EE.UU., declara un informe de los expertos del Instituto de Estudios Chinos Mercator (MERICS, por sus siglas en inglés), con sede en Berlín.
Con esta estrategia Pekín trata de protegerse de las restricciones impuestas por parte de entes como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, señala el estudio.
La red china de organizaciones clandestinas cubre muchas áreas, desde estructuras de cooperación financiera y económica (la zona económica de la Ruta de la Seda y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura) hasta grupos políticos importantes, como la Organización de Cooperación de Shanghái, la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia y los BRICS, opinan los autores del informe.
Estas estructuras están ganando cada vez una mayor popularidad en los países de Asia, África y América Latina.
Además, China quiere cambiar el formato del sistema de seguridad de la región y financia generosamente varios grandes proyectos de infraestructura, indican los investigadores alemanes.
Sin embargo, Pekín no tiene intención de retirar su presencia de las instituciones internacionales existentes.
"La política exterior de China no busca destruir ni abandonar las organizaciones internacionales existentes ni las relaciones internacionales. En lugar de ello, China crea otros canales (adicionales y en cierto modo competidores) para la formación de otro orden mundial que le permiten eludir las pretensiones de liderazgo por parte de Occidente", asevera el documento.
Lo mejor que puede hacer Occidente actualmente es tomar en serio los procesos en los que participa China, concluyen los expertos.