La historiadora cree que las diferencias entre Occidente y Rusia están arraigadas en el pasado. Por ejemplo, Occidente calificó de "amenaza" el momento en el que Rusia se quitó el yugo mongol a finales de la Edad Media y empezó a conquistar nuevos territorios.
Putin reclamó el tradicional estatus de superpotencia y la animosidad resurgió
En los años 90 del siglo pasado, tras la desintegración de la URSS, la debilitada Rusia no fue consideraba por Occidente como un enemigo, por el contrario, trató de atraerla.
"Esto cambió de repente con la llegada al poder de Putin, quien reclamó el tradicional estatus de superpotencia y la animosidad resurgió", resaltó la experta.
Según ella, Rusia seguirá jugando un rol importante en el escenario mundial y es irresponsable hacer la vista gorda a sus intereses.
"Europa y Rusia, les guste o no a los políticos europeos, se encuentran en un mismo bote, por lo que deben esforzarse para evitar la actual retórica y la escalada del conflicto", añadió la historiadora.