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Estonia sufre una de las mayores desigualdades laborales de género

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En el mercado laboral de Estonia los ciudadanos rusoparlantes no disfrutan de igualdad de oportunidades en el trabajo. Además, la discriminación de género también se nota en el ámbito laboral.
Estonia sufre una de las mayores desigualdades laborales de género

En el mercado laboral de Estonia los ciudadanos rusoparlantes no disfrutan de igualdad de oportunidades en el trabajo. Además, la discriminación de género también se nota en el ámbito laboral.

Un corto intervalo durante el día laboral es el único momento en el que Olga Brackel, ciudadana de Tallin y madre soltera, puede pasear con su hijo. El resto del tiempo trabaja duro para ganar un salario escaso que le permite educarlo.

"Pienso que si nuestro primer ministro recibiera un salario como el mío, y aunque no pagara los servicios públicos, no creo que el dinero le alcanzase para vivir una semana", dice Olga.

Olga es rusa y el enfoque étnico en Estonia significa mucho. Los ciudadanos de Rusia que viven en ese país ganan mucho menos que los estonios.

Según opina Mari-Liis Sepper, de la Comisión de Igualdad de Géneros, "es una cuestión estructural del mercado laboral. Las mujeres rusohablantes trabajan en sectores con menores sueldos, y esto aumenta la brecha salarial".

Pero la diferencia de sueldos no se basa sólo en la desigualdad étnica. Estonia es uno de los países europeos con la brecha salarial más grande entre hombres y mujeres. Según organizaciones femeninas, mientras en Europa las mujeres ganan de media un 17% menos que los hombres, esta cifra en Estonia llega a más del 30%.

"La gente piensa que no tenemos problemas, pero el problema existe: las autoridades no advierten las diferencias de género… es decir, no ven que la desigualdad aumenta", según indica el analista político Pirijo Turk.

Pero la segregación económica se refleja no sólo en los salarios. Las mujeres casi siempre ocupan lugares mal pagados, como ocurre en los sectores de la sanidad o la educación, mientras que los hombres se dedican al sector privado. Según los expertos, esta injusticia perjudica también a la economía.

"Si, por ejemplo, una mujer siente que no puede ejercer algún trabajo que le gustaría hacer y para el cual tiene talento, esto significa una pérdida de recursos humanos", destaca Sepper.

Los estereotipos, más allá de si poseen un carácter étnico o genérico, son las raíces de la desigualdad. El Gobierno afirma que intenta combatirlos, pero matiza que este proceso llevará mucho tiempo.

"Admito que en nuestro país tenemos problemas. No tiene sentido ocultarlos. Sin embargo es un proceso muy lento y la actitud de la gente no cambia de un día para otro", señala Christian Veske, un funcionario del Ministerio de Asuntos Sociales.

También parece difícil que cambien pronto las pésimas condiciones en las que miles de personas se ven obligadas a trabajar.

"Hace 33 grados en nuestro taller, pero eso no les importa a nuestros empleadores. Si intentas reclamar tus derechos, te señalarán la puerta: si no te gusta esto, puedes irte. Es muy importante encontrar un trabajo en Estonia. Entonces tenemos que trabajar en condiciones de esclavitud", se queja Olga.

Pero salir de la puerta de la fábrica no significa encontrar una salida general a esta complicada situación. Mientras los estereotipos van quedando en el pasado lentamente, las mujeres como Olga siguen luchando para asegurar su futuro y el de su hijo con el sudor de su frente.

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