Leonid Nersesián, analista militar del portal de noticias ruso 'Regnum', considera en detalle las posibles formas de respuesta de las Fuerzas Armadas rusas a la unilateral retirada de Estados Unidos del tratado sobre la limitación de la defensa antimisiles y el despliegue de estos sistemas directamente en las fronteras del país:
Respuestas planificadas e implementadas
1. Despliegue de sistemas de misiles tácticos Iskander-M en KaliningradoEstos misiles, sobre todo si están dotados de ojivas nucleares tácticas, neutralizarán a los sistemas antimisiles que serán desplegados en el 2018 en Polonia.
Y si se utiliza el nuevo misil de crucero R-500, con un alcance estimado de aproximadamente 2.000 kilómetros, en la mira de estos sistemas estará casi toda Europa.
Con el fin de ejercer una mayor presión sobre los países europeos que alberguen sistemas antimisiles estadounidenses, no se descarta la dotación de los Iskander con ojivas nucleares tácticas.
2. Creación de un sistema más moderno de misiles balísticos intercontinentales
Este proceso está en plena marcha: las tropas estratégicas están siendo dotadas activamente con los nuevos misiles Topol-M y Yars, está vez cargados con tres cabezas en lugar de una.
Estos misiles balísticos intercontinentales móviles están equipados con distintos mecanismos para romper la defensa antimisiles: por ejemplo, ganando rápidamente velocidad y altura en la parte inicial de su trayectoria, cuando son más vulnerables a los sistemas antimisiles enemigos.
En la etapa final de la trayectoria las ojivas que se separen del portador realizan maniobras y desviaciones aleatorias.
Además se desarrolla el nuevo misil pesado propulsado por propelente líquido, el llamado 'Sarmat', que en el 2018 comenzará a reemplazar a su temible predecesor: el R-36M, apodado 'Satanás' por la OTAN.
3. Desarrollo de misiles de mediano alcance
Sin embargo, es de suponer que el nuevo misil balístico intercontinental Rubezh, siendo en realidad una modificación del Yars, es capaz de actuar como un misil de alcance medio (hasta 5.500 kilómetros), así como intervenir como un sistema intercontinental, hecho que ofrece la posibilidad de apuntarlo contra cualquier base estadounidense en Europa.
Por su parte, el misil R-500 del sistema Iskander, una vez equipado con una ojiva nuclear, también puede desempeñar la función de un misil de mediano alcance.
Posibilidad de una 'respuesta supersevera'
1. La adopción de la versión 'orbital' del misil SarmatLa modificación orbital de este temible misil difiere de su hermano 'convencional' por el hecho de que sus ojivas pueden ser colocadas en órbitas bajas de la Tierra y se convierten temporalmente en sus satélites.
De este modo, sus ojivas pueden acercarse a su objetivo desde absolutamente cualquier dirección desde la órbita, al realizar un giro alrededor de la Tierra.
El alcance de estos misiles no es limitado, a diferencia de cohetes lanzados desde Tierra. En consecuencia, los silos de lanzamiento pueden ser instalados en cualquier parte del enorme territorio ruso, fuera del alcance de los sistemas antimisiles estadounidenses (por ejemplo, lejos de mares y de la frontera con Europa).
La posibilidad de que los misiles del potencial adversario se acerquen a sus objetivos desde cualquier dirección hará a los Estados Unidos desplegar un número mucho mayor de elementos de la defensa antimisiles en todo el país, que tendrá costes enormes.
2. Despliegue de satélites con ojivas nucleares
Técnicamente, esta tarea no debería causar dificultades y va a ser muy eficaz, ya que excluye la intercepción de los misiles en la fase inicial de vuelo. Sin embargo, el despliegue de armas nucleares en el espacio está prohibido por el acuerdo pertinente.
Para contrarrestar esta amenaza los Estados Unidos se verán obligados a invertir enormes sumas en el desarrollo de 'satélites-asesinos' (vale la pena señalar que proyectos similares se desarrollaron con anterioridad, tanto en EE.UU. como en la URSS).
Y por último, la historia demuestra que los intentos de llegar a un acuerdo con Estados Unidos 'por las buenas' casi nunca tuvieron un resultado aceptable para la URSS y Rusia, en contraste con el lenguaje de la fuerza, sugiere el analista.