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Condenado a muerte, sin posibilidad de probar su inocencia

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El Tribunal del estado de Texas negó a un preso, condenado a pena de muerte, el derecho a realizar unas pruebas de ADN que podrían demostrar su inocencia. La espera por una decisión final se prolonga ya por 17 años y el caso continúa generando protestas por parte de los defensores de los derechos

El Tribunal del estado de Texas negó a un preso, condenado a pena de muerte, el derecho a realizar unas pruebas de ADN que podrían demostrar su inocencia. La espera por una decisión final se prolonga ya por 17 años y el caso continúa generando protestas por parte de los defensores de los derechos humanos.

El caso de Hank Skinner saltó de inmediato a la prensa. El preso fue declarado culpable de un triple homicidio que tuvo lugar en 1993 y está condenado a recibir una inyección letal en la prisión de Huntsville, Texas. Para indignación de los defensores de la abolición de la pena capital en todo el mundo, el Tribunal ignoró varias pruebas que podrían resultar determinantes para esclarecer el caso. La mujer de Hank, Sandrine, inició una campaña en defensa de su marido.

“Hasta ahora el 90% de las pruebas tomadas de la escena del crimen están sin analizar, incluyendo el arma con la que se perpetró, muestras de violación, muestras de uñas de la víctima y algunos restos de sangre”, lamenta Sandrine. “Es tremendo que la corte vaya tan lejos como para matarle sin querer averiguar la verdad”, señala.

Hank está acusado de asesinar a su novia y a dos hijos de ella. Después de 17 años, en marzo del 2010 la ejecución se tenía que llevar a cabo, pero menos de una hora antes de que se le aplicara la inyección letal, le comunicaron a Hank que la ejecución se aplazaba por un periodo indeterminado. Según el propio condenado, se puede demostrar su inocencia si se realiza un análisis de ADN de los restos biológicos encontrados en el lugar del crimen, algo que el Tribunal le ha negado reiteradamente.

“No me darán acceso a las pruebas que necesito para demostrar mi inocencia y mientras tanto, intentaran matarme”, dice el acusado. “Es una injusticia mayúscula y, por cierto, todas las pruebas que les pedimos revisar son las que ellos consideraron importantes para el caso”, continúa Hank.

Pero aunque el Tribunal conceda la prueba de ADN, esto no significará que la vida de Skinner esté a salvo. Para que se levante su orden de ejecución, tendrá que demostrar que todo el proceso fue improcedente. Mientras tanto, su estancia en la cárcel de Huntsville es una verdadera muerte en vida. “La mayoría de ellos (los presos) ve la muerte como la única salida. Sinceramente, Hank estaba algo decepcionado cuando suspendieron su ejecución porque no está seguro de que finalmente vaya a quedar en libertad”, dice la esposa del preso.

Cabe subrayar que la mitad de todas las ejecuciones anuales en Estados Unidos se realizan en Texas, a pesar de ser sólo uno de los 36 estados en los que todavía es aplicable la pena capital. En los últimos 10 años allí han sido ejecutadas más de 200 personas. “Creo que en Texas los políticos no quieren parecer muy justos. Allí existe una especie de mentalidad de 'cowboy', según la cual tienes que ser duro con los criminales”, informa Raphael Chenuil-Hazan, jefe de un movimiento contra la pena capital.

Sin dar cifras concretas, los abolicionistas afirman que en los últimos 35 años en Estados Unidos fueron ejecutadas varias personas inocentes. Si a Hank se le deniega la prueba del ADN, le fijarán otra fecha de ejecución, lo que, a su vez, significará que podría ser uno más en las filas de los presuntos inocentes que acabaron su vida en la cámara de la muerte.

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