"En 26 años dispararon más de 4.000 misiles contra este avión y nunca dieron en él", contó Brian Shul, mayor retirado de la Fuerza Aérea de EE.UU., quien fue uno de los pilotos de este avión de reconocimiento estratégico.
Pese a sentir máxima confianza en el aparato, el veterano aviador relató al portal 'Vice' que cuando sobrevolaba el Ártico para fotografiar bases de misiles soviéticos, no estaba al 100% seguro de su invulnerabilidad.
"Jamás lo dimos por sentado. Siempre hubo una oportunidad en que podrían lanzar algo nuevo y derribarnos", recordó el piloto.
El avión, que destaca por sus líneas futuristas incluso actualmente, superaba en tres veces la velocidad del sonido y todavía mantiene el récord de velocidad de vuelos tripulados.
Esta característica le ayudaba a esquivar las defensas aéreas eliminando las fronteras incluso sobre territorios hostiles, aunque no contaba con tecnologías furtivas.
"El avión producía el doble de estampido sónico. Esto era como una bofetada adicional durante misiones de recogida de datos de inteligencia sobre países como Corea del Norte", contó.
"Que el avión estaba sobre ellos no era un secreto. El estallido sónico les daba conocer que estuvimos allá", dijo Shul.