La diferencia es que aquí no se utiliza nada toxicoEn Brasil, un 55% de los menores de 5 años tiene graves deficiencias de hierro o vitaminas. Por lo tanto, en varias plantaciones en Río de Janeiro ya se cultiva maíz con mayores nutrientes y mayores garantías agronómicas, entre otras cosas.
Un estudio del Banco Mundial destacó que América Latina y el Caribe deben priorizar la seguridad alimentaria de madres y de niños y niñas de menos de dos años, para reducir los elevados niveles de desnutrición que afectan a la población más pobre en las regiones que sufren la llamada 'hambre oculta'.
La biofortificación es una ciencia nueva cuya gran ventaja es que agrupa a agricultores, economistas, nutricionistas y expertos en la ciencia de los alimentos con el único objetivo de lograr un impacto en la salud.
Que la naturaleza trabaje por su propia cuenta sin uso de pesticidas ni agentes químicos es el primer paso para que estos productos enriquezcan al consumidor final. "La diferencia es que aquí no se utiliza nada toxico. Es estiércol y el agua de la lluvia, es la naturaleza por ella misma", dice la agricultora Simona.
Este es uno de los proyectos sociales para acabar con el hambre, esa lacra social que genera impactos negativos irreversibles y costos humanos y económicos elevados que contribuyen a perpetuar la pobreza.
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Solo un país del mundo no ha cruzado aún 'la línea roja' de la malnutrición