Cosmonauta ruso a RT: "El cosmos es una droga, siempre quieres volver"

En una entrevista exclusiva con RT, el cosmonauta ruso Oleg Artémiev ha compartido sorprendentes detalles de su vida en ingravidez durante su misión de casi 170 días. ¿Qué es lo más interesante y lo más difícil de vivir en órbita?
Oleg Artémiev, cosmonauta de la Agencia Espacial Federal Rusa, protagonizó este año su primer viaje al espacio. En esta entrevista exclusiva con RT, el extripulante de la Estación Espacial Internacional habló de su inolvidable experiencia, que describió como "un placer auténtico". 

Artémiev, que tuvo que esperar 11 años antes de realizar su primer vuelo espacial, asegura que mereció la pena esperar. Durante 169 días el astronauta ruso vivió y trabajó en ingravidez. Sin embargo, asegura que si no hubiera tenido la oportunidad de salir al espacio exterior se habría quedado con la sensación de que no haber hecho vuelo espacial. Para él lo más inolvidable e impactante fue protagonizar una caminata espacial ataviado con escafandra. Artémiev confiesa que esto es "lo más difícil y lo más peligroso", pero también "lo más interesante".

 
 
"El cosmos es una droga, siempre te entran ganas de volver", confiesa el astronauta, que repasó con nuestro canal curiosidades como la de que cada equipo espacial se lleva un juguete que hace las veces de "indicador de la ingravidez", ya que lo cuelgan en la nave y cuando la nave se encuentra en ingravidez empieza a flotar. También cuenta que muchos cosmonautas se llevan juguetes de sus niños, para regresar con ellos a la Tierra y devolvérselos pero ya con un vuelo espacial a sus espaldas.

 

Según Artémiev, cada día los tripulantes de la EEI hacen ejercicio físico, a veces ven películas y siempre cenan juntos. Un hecho interesante es que antes del vuelo hay degustaciones de la comida especiales en las que los astronautas tienen que calificar del 1 al 10 cuenta numerosos platos sobre grandes mesas, después de lo cual se seleccionan los alimentos que serán enviados al espacio.  Artémiev confiesa que lo que más le gustaba era contemplar el espacio, y que si el módulo de entrenamiento estuviera más cerca de la ventana, solo miraría el cosmos.

 


El cosmonauta comentó la facilidad con la que, en ingravidez, se les escapan de las manos las cosas como, por ejemplo, una cebolla que el equipaje luego tenía que buscar por toda la nave.