"Rusia ha prohibido por completo los transgénicos, y ha impuesto una moratoria a los organismos genéticamente modificados (OGM) de 10 años. Esa nación rechaza los transgénicos debido a los numerosos riesgos para la salud humana, mientras que EE.UU. continúa apoyando a consorcios como Monsanto y Syngenta", condena la periodista Christina Sarich en su artículo en el portal 'Global Research'.
Según el portal, las semillas de ingeniería genética son tóxicas pero el Gobierno norteamericano apoya este "acto de tiranía contra el pueblo".
Además señala que tanto el Departamento de Estado como el poder Ejecutivo estadounidense han estado actuando como agentes de marketing para las empresas que patentan las semillas básicas para la supervivencia humana.
"Nuestros funcionarios electos planean implementar una oscura ley negando a los estadounidenses el derecho a saber. A principios de año un proyecto de ley fue presentado en el Congreso, y en caso de ser aprobado, suplantará a las leyes estatales sobre el etiquetado de los transgénicos", señala.
Incluso el presidente Barack Obama en el 2013 firmó la Ley de Protección de Monsanto y un cable de WikiLeaks reveló que Washington hace 'lobby' a esa compañía de manera regular y cotidiana con Gobiernos extranjeros para que adopten políticas y leyes amigables hacia la biotecnología.
La industria de las semillas transgénicas tiene una agenda global, pero está elaborando su oscuro plan en EE.UU., mientras que "las autoridades rusas son conscientes de que deben proteger a su población de los transgénicos", agrega.
"Parece irónico que en la 'tierra de la libertad' no podamos derrocar democráticamente a los OGM, y que nuestros propios líderes nos impongan muros para negarnos el derecho a saber lo que contienen nuestros alimentos", denuncia Sarich.