"Moscú seguirá monitoreando los acontecimientos en Ferguson. Y le recordará a Washington que hay que respetar los acuerdos internacionales sobre los derechos humanos", ha insistido el portavoz del Ministerio, Alexandr Lukashévich, a través de un comunicado.
Según Lukashévich, se trata de un crimen con una clara motivación racista que ha quedado impune. El diplomático subraya que las protestas tienen lugar en casi todo el territorio de EE.UU., pero que en muchos casos los ciudadanos que quisieron expresar su postura social se encontraron con una respuesta muy dura por parte de la Policía. Acentúa, además, que en la propia ciudad de Ferguson entraron la Guardia Nacional y vehículos militares, y que los arrestos se han convertido ya en una rutina.
"La poderosa 'explosión' de la ira popular y la respuesta desproporcionada de las fuerzas del orden vuelven a poner en evidencia que no se trata de un incidente aislado, sino de la existencia de brechas sistémicas en la democracia estadounidense, que no ha podido superar el racismo, la discriminación y la desigualdad. […] A pesar de la ostentosa atención que presta al derecho de expresar disconformidad en otros países, EE.UU. interpreta las protestas 'domésticas' como actividades ilegítimas y asambleas ilegales, y emplea contra sus participantes todos los instrumentos de fuerza que tiene a su disposición", comentó Lukashévich.
El lunes el gran jurado de Ferguson decidió exonerar a Darren Wilson, el policía que el pasado mes de agosto disparó al joven afroamericano desarmado Michael Brown, quien finalmente murió debido a las heridas. Después de conocerse la decisión del jurado miles de personas en EE.UU. han salido a las calles para protestar contra un veredicto que consideran injusto.