Lula da Silva pretende asilar a la iraní Ashtiani

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó que su país estaba dispuesto a concederle asilo a la mujer iraní que fue condenada a ser lapidada hasta la muerte por adulterio. Prometió que intentará convencer a su homólogo de Irán, Mahmud Ahmadineyad, para que la expatríe.

Sakineh Mohammadi Ashtiani, la mujer iraní de 43 años, madre de dos hijos, fue condenada inicialmente a recibir 99 latigazos. Tras recibir ese castigo, su pena fue convertida por un tribunal de Sharia en muerte por lapidación: ¡tan grave pareció a los jueces su pecado! La encontraron culpable de tener en 2006 ‘relaciones ilícitas’ con dos hombres a la vez. Desde entonces permanecía en prisión, lo que ha generado ya varias campañas internacionales en favor de su liberación y de que se anule la condena.

“Le pido al líder supremo de Irán que le permita a Brasil concederle asilo a esa mujer”, declaró Lula durante un acto de la campaña electoral de la candidata oficialista a la Presidencia. “Si mi amistad con el presidente de Irán vale para algo y esa mujer está incomodando allá, estamos dispuestos a recibirla en Brasil”, afirmó.

Pese a la aperiente ‘inocencia’ de la propuesta de Lula y su buena intención, este paso podrá agravar considerablemente las relaciones de ambos gobiernos, aunque se representaran últimamente socios estrechos e incluso aliados. Precisamente se trata de la obvia injerencia en los asuntos internos que, una vez merecida la respuesta de Teherán, sería condenada como otro intento de juzgar las normas de derecho islámico a través del prisma del cristianismo.

Puede que con esta misma razón el mandatario brasileño se negara inicialmente a pedir por la vida de la mujer cuando fue preguntado el pasado miércoles por unos activistas en la red social de Twitter. Tras admitir que era necesario respetar la soberanía y las leyes de los otros países, decidió por fin lanzar el reto a su propia habilidad de negociar y avanzar en el diálogo entre las naciones.

En mayo pasado Lula intervino ante Ahmadineyad para pedir la liberación de una ciudadana francesa detenida en Irán por participar en manifestaciones contra el Gobierno. Su misión resultó exitosa, pero esta vez se trata de la aplicación de la justicia iraní a una ciudadana de la misma jurisdicción, y es otra cosa muy diferente.