El canónigo Andrew White, citado por el portal 'Tyuget', contó que las decapitaciones se realizaron en un enclave cristiano cerca de la capital iraquí.
"Los asesinaron [a los cristianos] en enormes cantidades, despedazaron a sus hijos y cortaron sus cabezas. Partieron hacia el norte y fue horrible lo que dejaron atrás", contó el clérigo.
White, a quien el arzobispo de Canterbury ordenó que abandonara el país que sufre las atrocidades de islamistas, es uno de los pocos líderes cristianos que ha permanecido en Irak.