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Moscú continúa cubierta por nube de humo y cenizas

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Este miércoles, Moscú de nuevo despertó bajo un espeso manto de humo. Las torres de Kremlin en la Plaza Roja apenas se ven por la bruma de denso olor. Rodeada por numerosos incendios forestales, la ciudad se ha convertido en un horno infernal. Las nubes de humo ya se ven hasta en imágenes satelit
Moscú continúa cubierta por nube de humo y cenizas

Este miércoles, Moscú de nuevo despertó bajo un espeso manto de humo. Las torres de Kremlin en la Plaza Roja apenas se ven por la bruma de denso olor. Rodeada por numerosos incendios forestales, la ciudad se ha convertido en un horno infernal. Las nubes de humo ya se ven hasta en imágenes satelitales.

Según ecólogos, la concentración de dióxido de carbono en el aire capitalino supera en 7 veces las normas: imagínense ustedes fumar 3 cajetillas de cigarrillos por día.

A pesar de que los ciudadanos se están ahogando con el humo y sufriendo con el olor, en todos los sentidos la vida continúa y cada persona tiene sus medidas para, si no combatir, al menos hacer más llevadero su estado físico y moral.

Moscovitas contaron a nuestro corresponsal de RT cómo sobreviven en la nube de humo y cenizas y el calor sin precedentes.

El estudiante Denis Mijeev prefiere pasar más tiempo en casa o en el coche: “El aire condicionado en mi auto me hace bien. En casa no tengo acondicionador, pero cada día suspendo en las ventanas toallas mojadas. No ayuda mucho, pero por lo menos el aire no está tan seco.” El joven dejó de fumar después de 5 años. “Con este aire fumar no tiene sentido”.

La jubilada Valentina Ryzhova, que recuerda los incendios de 1972 (unos de los más graves del siglo pasado), lamenta no haber comprado una mascarilla. Dice que físicamente no ayuda mucho, pero desde el punto de vista psicológico ya es algo.

La empleada de una empresa de consultorías, Yulia Balovneva, se retira la mascarilla para contar cómo se siente y no está de acuerdo con la opinión anterior: “Yo soy alérgica y la mascarilla y los medicamentos son lo único que todavía me permite trabajar en Moscú este verano. ¡Que pase pronto!”

Pero el humo de los incendios forestales no les quita el ánimo a todos por igual. Alexandr Projorov, que pasa unas 10 horas por día cerca de una estación del metro vendiendo revistas, adora el calor y afirma que a él le hace bien. “Estamos en verano, ¿no es cierto? ¿Un verano sin calor? Me siento perfectamente. Y el humo pronto va a pasar”, señala.

Mientras la metrópoli sigue sufriendo de la mayor ola de calor de los últimos 130 años, miles de bomberos continúan luchando contra el fuego que devasta bosques y pueblos y se está acercando más y más a las ciudades. El número de victimas mortales sigue aumentando: según los últimos datos, las llamas se llevaron la vida de 48 personas.  

Más de 160 mil funcionarios con unas 80 mil máquinas (incluso aviones y robots) tratan de apagar las llamas. A pesar de los esfuerzos la situación continúa siendo bastante grave. El número de nuevos focos de fuego crece en progresión geométrica y los pronósticos del tiempo no dan motivos para alegría: los próximos días las temperaturas no sólo no bajarán, sino que subirán a más de 40 grados en la capital rusa.   

En el territorio del país se sitúan 23% de los "pulmones del planeta". Los incendios forestales cada año devoran unas 40 millones de hectáreas, el espacio equivalente al territorio de Noruega. La velocidad de avance de un incendio con ayuda del viento (como es en nuestro caso) alcanza a unos metros por día.

Los incendios en Rusia siempre han sido un problema grave para nuestros compatriotas. Así, el incendio de 1913 destruyó 15 millones de hectáreas y otro, en 1921, unas 200 mil. El verano de 1972 dejó a la región de Moscú con 650 mil hectáreas menos de floresta. En 1987, 1992, 1996 el fuego también devastó territorios enormes. Incendios en 2002 se produjeron muy cerca de la carretera circular de Moscú.

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