Juan Manuel Santos juró ayer como nuevo mandatario de Colombia. Su discurso de inauguración marcó una nueva era en las relaciones con Venezuela y Ecuador, en las estrategias del Estado hacia la guerrilla y en las prácticas de la justicia social.
El nuevo presidente aseguró que su Gobierno hará todo lo posible para restablecer las relaciones con Venezuela y Ecuador: "Prefiero el diálogo franco y directo y ojalá sea lo más pronto posible (…) Queremos vivir en paz con todos los vecinos (...) Así como no reconozco enemigos en la política nacional, no reconozco enemigos en ningún gobierno extranjero".
En cuanto a las nuevas estrategias hacia la guerrilla, precisó que no tolerará que los grupos armados ilegales obren en contra de la voluntad de las mayorías. "A los ilegales los seguiremos combatiendo sin tregua", aunque "la puerta del diálogo no está cerrada con llave", siempre que se cumplan unos compromisos inalterables: la liberación de los secuestrados, la salida de los menores de edad de las filas subversivas y la renuncia al tráfico de drogas. Advirtió que "llegó la hora de enterrar los odios" y que buscará la paz, sea por la razón o por la fuerza.
Según el nuevo mandatario, el nuevo Gobierno se concentrará no sólo en perseguir a los jefes del terrorismo, sino que "perseguiremos a los que se roban los recursos públicos". Declaró que tiene programado enviar al Congreso un estatuto contra la corrupción pública y privada. Precisó que su gabinete será fundado sobre el principio de transparencia y rendición de cuentas.
Además, comentó que la oposición no estará obstaculizada en ejercer su tarea: "No quiero un país sin controversias ideológicas". En términos de búsqueda de una justicia social, Santos acentuó que es vitalmente necesario brindar a los colombianos garantías de condiciones dignas de vida y de empleo.
A la ceremonia de investidura en la Plaza de Bolívar de Bogotá asistieron más de una docena de jefes de Gobierno y Estado. Entre los invitados destacaban el representante de España, el príncipe de Asturias Felipe de Borbón, y mandatarios de Argentina, Brasil, México, Ecuador y otras naciones latinoamericanas. En el último momento tuvo que ausentarse Sebastián Piñera: el presidente de Chile se vio obligado a volver a su país debido a una explosión en una mina.
En un momento de tensiones agravadas con Colombia, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tampoco asistió a la ceremonia. Sin embargo, Venezuela no rechazó su presencia: estuvo representada por el ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro.
Maduro aseguró que traía un "mensaje de amor y de futuro" de parte del presidente Hugo Chávez, quien se había mostrado "optimista" el viernes sobre una posible solución a la crisis bilateral con Colombia. Según la cancillería venezolana, "los gobiernos de las repúblicas de Venezuela y Colombia inician una nueva fase de relaciones diplomáticas una vez investido Juan Manuel Santos como presidente de Colombia". El ministro afirmó: "Ahora lo que viene para Colombia y Venezuela son cosas positivas".
Mientras tanto, en vísperas de la ceremonia de investidura, el mandatario saliente, Álvaro Uribe, declaró haber presentado una demanda contra el líder venezolano Hugo Chávez ante la Corte Penal Internacional por presuntos delitos de lesa humanidad.
Comentando la situación, Maduro calificó la demanda como una cuestión de odio que ya es del pasado, y afirmó que su agenda sigue teniendo prevista una reunión con su nueva homóloga colombiana, María Ángela Holguín, donde se podría concretar una cita entre los presidentes de Colombia y Venezuela.
Se comunica que, con el fin de mantener esa reunión, Hugo Chávez estaría dispuesto a visitar Colombia en caso de que Santos no pudiera ir a Venezuela por los compromisos relacionados con la toma de posesión de su cargo.
Caracas rompió las relaciones diplomáticas con el Gobierno del ex presidente Álvaro Uribe el pasado 22 de julio, después de surgir la denuncia de que guerrilleros colombianos encuentran refugio en Venezuela.