Desde diciembre las fuerzas aéreas estadounidenses realizaron al menos cuatro asaltos contra Al Qaeda en Yemen. Es la parte de la guerra sombría que efectúa Washington contra la organización terrorista.
Durante el asalto del 25 de mayo fue asesinado no sólo un grupo de los efectivos del grupo insurgente, sino también el vicegobernador de la provincia, que había tratado de convencer a los terroristas dejar su lucha. El presidente Ali Abdullah Saleh asumió la responsabilidad por esta muerte, pero no fueron las tropas yemeníes los que realizaron es asalto.
La Administración de Obama realiza sus operaciones antiterroristas en los países del Norte de África, Somalia, Pakistán, repúblicas de Asia Central con el apoyo de CIA y sus aliados europeos, por ejemplo, Francia. Pese a la oposición a la guerra en Irak, que expresaba Obama antes de ser elegido presidente, la escalada de la guerra sombría sigue aumentando durante su mandato.
La campaña en Yemen, que se inició en diciembre, nunca fue declarada públicamente, por lo que las guerras en Irak y Afganistán costaron demasiado para la estabilidad social y economía del país. Según la metáfora de uno de los consejeros de Obama, Washington desde ahora usará “no martillo, sino escalpelo”.
Sin embargo, tanta política también podría ser peligrosa. Entre las amenazas son el aumento de los ánimos contra EE. UU. en el mundo, la desaparición de la diferencia entre el soldado y el espía, lo que les pone bajo el peligro en caso del cautiverio y la necesidad de cooperar con los líderes extranjeros, muchos de los cuales se consideran autoritarios y poco seguros en el territorio norteamericano.