Se cumplen 19 años del intento de golpe de Estado en Rusia
Este jueves se cumplen 19 años del intento de golpe de Estado en la Unión Soviética. El 19 de agosto de 1991 un grupo de altos funcionarios del Partido Comunista derrocaron al entonces presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, e intentaron tomar el control del país.
Los líderes del golpe de estado eran comunistas de línea dura que se oponían a las reformas iniciadas por Gorbachov y estaban convencidos de que el Nuevo Tratado de la Unión que había negociado era demasiado favorable para los gobiernos republicanos y debilitaba el poder del centro federal.
Los rebeldes formaron un gobierno provisional y nombraron como nuevo presidente a Gennadyi Yanáyev, quien previamente se desempeñó como el vicepresidente de la URSS. La nueva administración ordenó paralizar las actividades de los partidos políticos, las organizaciones sociales y prohibió realizar mítines y desfiles callejeros. La transmisión de casi todos los programas de televisión fue interrumpida. En Moscú fue declarado toque de queda. A las 10 de la mañana de ese día Moscú fue invadida por las fuerzas armadas, el acceso a las magistraturas más importantes de la ciudad fue bloqueado y el barrio cercano al Kremlin rodeado. En unas horas decenas de tanques se acercaron al Soviet Supremo de la URSS (edificio del órgano federal legislativo de la Unión Soviética) y a la Casa Blanca.
La resistencia contra los conjurados fue encabezada por el primer presidente de Rusia, Boris Yeltsin, quien emitió un “llamado a los ciudadanos rusos” en el cual calificó la formación del gobierno provisional como un intento de golpe de Estado. Montado arriba de un tanque, Yeltsin consideró las actitudes de los comunistas como “ilegales” y llamó a todo el pueblo a “dar una respuesta digna a los rebeldes y a exigir el retorno a un desarrollo normal constitucional”. Numerosos moscovitas voluntariamente se reunieron en grupos para vigilar la Casa Blanca para prevenir posibles asaltos. El 21 de agosto por la noche una columna de tanques alcanzó las barricadas instaladas a unos metros de la Casa Blanca pero no consiguió asaltar el edificio. En la resistencia murieron tres personas.
En la madrugada comenzó la retirada de las tropas de Moscú y en unas horas, durante una sesión de emergencia del Sóviet Supremo, Boris Yeltsin denunció que el intento de golpe había sido anticonstitucional y contradecía a la democracia. El 22 de agosto todos los conjurados fueron arrestados.
La falta de apoyo al gobierno provisional permitió que la rebelión fuera sofocada en apenas tres días, pero después de este acontecimiento el país no volvió a ser igual. Gorbachov permaneció detenido en Crimea durante las 72 horas en las que se desarrolló en Moscú la batalla entre los rebeldes y la resistencia, y este tiempo fue suficiente para que al regresar a Rusia y volver al poder descubriera que había dejado de ser una figura clave en el escenario político de la URSS. Tras la rendición de los golpistas, Boris Yeltsin elevó su popularidad a los ojos del pueblo y se alzó como un líder de los nuevos tiempos en un país diferente.
En los meses siguientes, varias repúblicas soviéticas salieron de la unión tumbando definitivamente al coloso soviético en diciembre de 1991. A partir de ese momento, la vida de sus habitantes y el mapa geopolítico del mundo cambiaron drásticamente.