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Empresario ruso restaura castillo alemán por amor a la historia

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Hoy en día, ser dueño de un castillo no garantiza una vida digna y bien acomodada; ahora es mucho más desafío que un privilegio. El empresario Piotr Mironenko lleva cinco años alquilando el castillo Shaaken en la provincia rusa de Kaliningrado. El objetivo es tan noble como el de un verdadero cab
Empresario ruso restaura castillo alemán por amor a la historia

Hoy en día, ser dueño de un castillo no garantiza una vida digna y bien acomodada; ahora es mucho más desafío que un privilegio. El empresario Piotr Mironenko lleva cinco años alquilando el castillo Shaaken en la provincia rusa de Kaliningrado. El objetivo es tan noble como el de un verdadero caballero: restituir este lugar de ruinas. Cuando el nuevo inquilino llegó aquí por primera vez, el lugar se parecía más a un vertedero de ladrillos.

“Puede parecer que en este caso se trata de algo ajeno, del patrimonio dejado por los alemanes”, dice Mironenko. “Sin embargo, yo que he nacido aquí creo que la historia de mi tierra natal es mi historia. De eso proviene mi actitud”.

Antes de la Segunda Guerra Mundial el territorio de la provincia de Kaliningrado pertenecía a Alemania. Es natural que aquí se pueda encontrar múltiples huellas de sus antiguos residentes, sobre todo de la poderosa Orden Teutónica. El castillo Shaaken es uno de sus testimonios.

Según los especialistas, el castillo fue construido en el siglo trece. Desde entonces y hasta ahora, a pesar de todas las turbulencias históricas, sus paredes han conservado el ambiente de la época medieval, algo que sus nuevos inquilinos tratan con mucho respeto.

Mientras la reconstrucción se lleva paso a paso, el castillo ya comienza a vivir su vida habitual, involucrando a los turistas y residentes locales en diferentes actividades. Aquí se organizan excursiones, torneos medievales, hipoterapias, competiciones de tiro con arco y otras actividades en las que pueden participar todos los interesados. Piotr, su hija Inna y los empleados del lugar, suelen preparar para sus invitados una cena al estilo de la época. Los inquilinos de Shaaken incluso visten ropa medieval dentro del castillo. De este modo se crea un ambiente especial que no sólo sirve de atracción turística, sino que también contribuye a su perfeccionamiento.

Víctor Arbúzov, guía del Castillo Shaaken, explica que lo que distinguía a un caballero de aquellos tiempos era su fidelidad a su palabra. “Queremos que eso también nos distinga a nosotros”, dice. Estas personas están resucitando el espíritu romántico de la época medieval. “La caballería y su comportamiento fue lo mejor de aquellos años, lo más claro e interesante”, asegura Víctor.

Pese a la actitud tan idealista, no todo fue nobleza y honradez en aquellos tiempos remotos. El sótano del castillo todavía conserva evidencias de la crueldad medieval: celdas de tortura que ahora se han convertido en una especie de museo. Un lugar como este necesita sus propias leyendas, y este lugar en seguida las genera. Los inquilinos de Shaaken incluso afirman que aquí se puede encontrar un fantasma, sobre todo en la época del otoño.

“Un vigilante nuestro, dos noches seguidas y a eso de las tres de la madrugada, fue visitado por un fantasma”, recuerda Piotr Mironenko. “Un hombre sin cabeza entraba en su cabina, le empujaba el hombro y el vigilante, espantado, salió corriendo. Luego me dijo que renunciaba por no poder soportar más”. 

Las leyendas medievales son fascinantes y llenas de romanticismo, pero el castillo requiere también un enfoque pragmático. Piotr ya ha gastado cerca de un millón de dólares para la reconstrucción del lugar. Se queja de que el proceso vaya tan lento a causa de los trámites burocráticos. Sin embargo, los expertos afirman que el control meticuloso es justificado ya que se trata de un patrimonio histórico. 

“Hay ejemplos cuando personas con dinero alquilan castillos y otras instalaciones antiguas pero, sin una actitud competente ni consultas con especialistas, un objeto histórico se convierte en una falsedad, un juguete que no tiene nada que ver con la antigüedad”, dice Pavel Shulguín, historiador. “La iniciativa privada es algo positivo, pero tiene que haber un control competente para que no se desacrediten casos como éste”.

Efectivamente, un castillo tan pintoresco y majestuoso necesita mucha atención y labor diaria. Pero el ejemplo de Shaaken confirma que el entusiasmo y el amor hacia la historia pueden resucitar hasta a los lugares más abandonados.

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