En Nueva Zelanda ha sido declarado hoy el estado de emergencia tras un fuerte terremoto de 7,2 grados de magnitud en la escala de Richter.
Además y como consecuencia del sismo, en la ciudad de Christchurch la segunda de importancia del país y poblada por unas 380 mil personas, se ha impuesto el toque de queda.
El sismo se registró a una profundidad de 33 kilómetros y se sintió en gran parte de la Isla Sur, pero no llegó a provocar un tsunami. Algunas calles quedaron bloqueadas por edificios derrumbados y vehículos destrozados. También fue cortado el suministro de electricidad y resultaron dañados varios puentes.
Pocas horas después del seísmo el primer ministro neozelandés, John Key, visitó la zona afectada para constatar los daños y el trabajo de los equipos de emergencia, así como el despliegue de la Policía con la misión de evitar el pillaje.