¿Qué secreto se esconde detrás de la belleza de algunas argentinas? Según la Sociedad Internacional de Cirugía Estética, la nación latinoamericana es uno de los cinco países con mayor índice de este tipo operaciones. Gracias a los precios relativamente bajos y la simplificación de las técnicas quirúrgicas, el número sigue creciendo.
Por poco más de mil dólares se puede lucir nariz u orejas nuevas. Y con poco menos, un hombre o una mujer pueden llegar a tener ese deseado abdomen firme y sin excesos de grasa. Todo además en una intervención que ni siquiera requiere hospitalización.
Según explica el presidente de la Cámara Argentina de Centros de Cirugía Plástica, el cirujano estético Diego Schavelzon, lo que más hacen los doctores es láserlipólisis, una técnica para remover grasa que no puede irse ni con la dieta ni el ejercicio. En este procedimiento, una fibra óptica lleva la energía del láser por dentro de una aguja y permite tratar directamente la grasa sin lastimar los tejidos que hay alrededor.
Algunos consideran que estas intervenciones son una moda o una frivolidad. Sin embargo, los especialistas, quienes conocen de cerca los historiales médicos de sus pacientes, tienen otra versión. Como comenta Diego Schavelzon, la cirugía estética en muchísimas personas es una necesidad. Ahora hay que trabajar toda la vida, no sólo hasta los 60 años, y la gente se quiere ver bien. “Las adolescentes con mamas gigantes vienen acompañadas de sus padres y de su psiquiatra. Y si nosotros no les reducimos las mamas, no quieren ir al colegio, no quieren hacer gimnasia, no quieren moverse, no quieren salir. Y eso no es frivolidad. Eso es un problema que puede convertirse en una enfermedad”, subraya el doctor.
El auge de la cirugía plástica ha derivado, además, en el nacimiento de un nuevo fenómeno: el turismo estético. Cientos de extranjeros llegan a la Argentina para someterse a una operación. El presidente de la Asociación Argentina de Medicina Cosmética, el doctor Guillermo Blugerman comenta que, al venir la hiperinflación, encontró un país con un alto estándar de medicina y de cirugía a muy bajo precio. Entonces, a partir de ahí, el turismo médico empezó a ser muy importante. Hoy en día, se calcula en un 25 por ciento la cantidad de pacientes extranjeros.
Ése es el caso de la rusa Elena Sítnikova, que aprovechó un viaje de su marido para someterse a una cirugía de abdomen y labio superior. Una intervención que duró sólo un par de horas y que le permitirá, en algunas semanas, mostrar una nueva sonrisa y unas tallas menos. “Yo vine a la Argentina porque sabía que acá es mucho más económico hacer estas operaciones. En Rusia sale el doble o el triple. Lo que tenía es que después del embarazo mi panza quedó muy estirada y con el tiempo se llenó de grasa. Y con mi sonrisa lo que hicieron es que ahora ya no se me salta el labio, no se me ve la encía. Antes, si sonreía se veía toda la parte de arriba”, confiesa la turista.
Como toda cirugía, las operaciones estéticas no siempre alcanzan los resultados deseados. En numerososas ocasiones, el paciente termina viviendo un doble drama. El de ver frustrado su objetivo estético, y además, el de tener que enfrentar problemas de salud derivados de las intervenciones.
Por otra parte, un síntoma que preocupa a las autoridades es que un 15 por ciento de los pacientes que se hacen una cirugía estética tiene menos de 22 años. Son en su mayoría mujeres jóvenes que se someten a implantes de mama o cambios en la nariz. Por eso, ya hay un proyecto oficial para que, en el caso de las menores, sea obligatoria una evaluación psicológica antes de la operación.
¿Se trata de una obsesión por la estética... o una necesidad acorde a estos tiempos? Decenas de miles de personas por año deciden entrar a un quirófano en Argentina para mejorar su apariencia física. Lo que hace algunos años era un lujo destinado a unos pocos, hoy se ha convertido en una posibilidad al alcance de los sectores medios de la sociedad, gente que también tiene el sueño de verse distinta.