La protesta de los inmigrantes el lunes en Los Ángeles contra los policías locales, que habían matado a un hombre guatemalteco el día anterior, degeneró en enfrentamientos con los agentes de seguridad. Cuatro personas fueron detenidas y tres policías resultaron heridos.
El domingo pasado un residente local previno a los policías que patrullaban en bicicletas el barrio latino de Westlake de que un hombre estaba amenazando a los transeúntes con una navaja. Según la versión oficial, después de que el hombre hiciera caso omiso a las exigencias de dejar caer el arma hechas en inglés y español, los policías abrieron fuego.
La víctima fue identificada por sus amigos como Manuel Jamines, de 37 años, un jornalero guatemalteco que había llegado a Estados Unidos hace 7 años.
Los protestantes, que se congregaron el lunes por la tarde en el lugar del incidente, afirmaban que el hombre estaba desarmado y fue asesinado sin razón alguna. Gritaban “asesinato” y “queremos justicia” en español.
La policía antidisturbios convenció a la mayoría de los manifestantes de que regresasen a sus casas, pero los que se quedaron se mostraron agresivos y empezaron a tirar objetos a los policías y a incendiar los contenedores de basura.
El capitán de la policía de Los Ángeles, Rigo Romero, prometió que la investigación del incidente será “transparente” y que cada investigación interior se toma de manera muy seria.
En 1992 la absolución de los cuatro policías que apalearon al taxista negro Rodney King provocó grandes disturbios raciales en Los Ángeles, en los que murieron decenas de personas y miles resultaron heridas.