Los militares georgianos en Afganistán: un afligido retorno a casa

El primer teniente Mukhran Shukavani, que formaba parte de las fuerzas de paz georgianas pertenecientes al contingente norteamericano en Afganistán, finalmente pudo volver a casa, pero por desgracia la suya no fue una bienvenida llena de felicidad, sino un desfile de rostros sombríos acompañando un féretro.

Era el de uno de sus compañeros, un amigo que estaba cumpliendo su segunda misión en Afganistán. Se suponía que iba a regresar en octubre y murió víctima de una mina. Tan sólo tenía 28 años y ni siquiera tuvo tiempo de casarse, la guerra se llevó su vida.

Otro de los compañeros de Mukhran resultó gravemente herido en el mismo incidente: perdió las dos piernas.

Estos son sólo algunos de los numerosos casos trágicos de militares georgianos que son enviados para luchar por ideales ajenos. Así, en 2008 el contingente georgiano regresó de Irak con un gran número de pérdidas humanas.

Mientras tanto, Nodar Kharshiladze, jefe del Departamento Ministerial de Planificación y Política de Defensa, asegura que se hace “todo lo posible para proveer asistencia médica apropiada a los miembros del ejército. La operación en Afganistán es difícil, pero ellos cumplen valientemente con su deber”.

Pero esta opinión “optimista” no es compartida por la oposición del país, que tiene una firme convicción sobre lo absolutamente innecesario de la presencia de tropas georgianas en el extranjero.

“Saakashvili está tratando de verse bien ante los países occidentales, quiere demostrar que es un demócrata tomando decisiones que no benefician a su país. Está usando a los muchachos georgianos para asegurarse el puesto presidencial”, comentó la portavoz del partido laborista del país Kakha Dzagania.

Mikhail Saakashvili nunca ha ocultado su deseo de que Georgia llegue a ser parte de la OTAN, pero para las familias de los soldados que no regresan a casas sanos y salvos, el sueño de su presidente se ha convertido en una pesadilla.