Etiopía celebra el comienzo del nuevo año bajo la lluvia

A las seis de la mañana empezó el año 2003 en Etiopía. (El calendario etíope contabiliza siete años y ocho meses menos que el occidental o gregoriano).

Los niños y jóvenes etíopes han paseado toda la noche por las calles de las ciudades y pueblos vestidos de blanco, celebrando el Tseday, el Año Nuevo, entregando flores y dibujos a sus familiares y entonando canciones tradicionales para festejar el día.

Uno de los principales lugares de celebración del Año Nuevo son las iglesias de Maryam (Nuestra Señora) y la del Arcángel San Raguel, donde los sacerdotes han pasado toda la noche en vela realizando procesiones hasta el mediodía.

Tras los actos religiosos los ciudadanos han pasado el día de hoy con sus amigos y familiares. La mayoría de los etíopes se preparan para esta fecha varios días antes comprando corderos y los chibbos: finos y largos trozos de leña sin hojas para quemarlas ante las puertas de las viviendas. 

El Tseday no es el único motivo para la celebración. La lluvia, que es una rara huésped en Etiopía, también es otra razón para la alegría en el país que este año no sufre tanto por las sequías como habitualmente.

Hoy también se conmemora la vuelta de la Reina de Saba de su visita al Rey Salomón, en Jerusalén, y la festividad de Kiddus Yohannes (San Juan). Las festividades han coincidido, además, con el final del Ramadán musulmán, religión que profesa cerca del 47% de la población.

Pese al creciente número de musulmanes, Etiopía es el único país tradicionalmente cristiano en África. La mayoría de su población profesa el miafisismo, una corriente antigua del cristianismo oriental. La diferencia dógmatica de la ortodoxia más importante es que esa doctrina afirma que en Jesucristo existe una sola naturaleza unida divina y humana.