Empleados del servicio de la limpieza encontraron a un bebé recién nacido en un tacho de basura que fue sacado de un avión que aterrizó el domingo pasado en la ciudad de Manila (capital de Filipinas).
El infante, que estaba cubierto de sangre y envuelto en servilletas, fue llevado a un puesto de asistencia médica del aeropuerto filipino. Allí le examinó un doctor, lo lavaron, vistieron y le dieron una botella con leche. “Después de que lo limpiaron, el bebé emitió un grito bajo. Según los médicos, el bebé está sano, sus funciones vitales están bien”, dijo la enfermera Kate Calvo. El pequeño pesa tres kilos.
El niño fue entregado a empleaos sociales. El avión de la empresa aérea Gulf Air, con un pasajero poco común a bordo, llegó desde el Reino de Bahréin donde muchas filipinas trabajan de criadas y obreras huyendo del desempleo y la pobreza de su país.
Los funcionarios del aeropuerto no pudieron ser indiferentes hacia el destino del pequeño y reunieron dinero para comprarle ropa, leche y medicinas. Como final feliz le dieron nombre y ahora se llama George Francis.
Se desconoce el nombre de su madre y la policía filipina intenta averiguarlo.