Hoy finaliza la visita oficial de Benedicto XVI a Gran Bretaña. En el último día de su estancia en el Reino Unido el Pontífice ha llegado a Birmingham para dirigir una ceremonia de beatificación del cardenal inglés John Henry Newman, que vivió en el siglo XIX. En el parque Cofton de Birmingham recuerdan hoy al cardenal Newman como un héroe, un hombre de conciencia y un modelo a imitar para los católicos.
Unas 60.000 personas se esperaban en la ceremonia. El primer ministro de Gran Bretaña se dirigió al Pontífice con un discurso en el que le agradeció la posibilidad que le dio al país de "sentarse y pensar". Según Cameron, la fe es una de las partes integrantes de la vida social de cada estado.
"Todos nos solidarizamos con usted en su aspiración de trabajar para conseguir un bien para todos, y en que tenemos ciertos deberes unos ante otros, ante nuestras familias y ante la sociedad", señaló el primer ministro.
Después de la ceremonia de beatificación, el Papa visitará el seminario católico de Oscott. Esta noche regresará a Roma.
Visita polémica para la sociedad británica
La visita oficial de la cabeza de la Santa Sede al Reino Unido resultó muy polémica en la sociedad británica. Pero no se puede decir que esto haya sido algo sorprendente después de las duras críticas del Vaticano que se plantearon en Gran Bretaña. Ya antes de la llegada del Papa, los británicos firmaron varias peticiones contra su visita, declarando así su actitud hacia la política de Benedicto XVI.
Sin embargo, el 16 de septiembre el avión del Papa aterrizó en Gran Bretaña. "A pesar de las actitudes anticatólicas, a la sociedad británica le es propia la tolerancia", afirmó con optimismo el Pontífice a los corresponsales que había a bordo de su avión camino a Albión.
La información de un posible atentado contra el Papá no se hizo esperar. Ya el segundo día de la visita seis personas fueron detenidas como sospechosas de amenazar a la seguridad de la cabeza de la Santa Sede. Han sido liberados hoy sin presentar ningún cargo contra ellos. Parece ser que nadie quería asesinar al Papa, aunque estos seis barrenderos han pasado dos días detrás de las rejas. Les habían contratado para limpiar las calles de Westminster, el lugar donde con más frecuencia iba a intervenir el Pontífice durante su visita.
La indignación no se puede ocultar: ayer 12.000 personas salieron a las calles para participar en un desfile masivo contra el Papa, encabezado por el mundialmente conocido defensor de derechos humanos y, sobre todo, de los derechos de los homosexuales Peter Tatchell. Los carteles e inscripciones que llevaba la muchedumbre con insultos y caricaturas del Pontífice le proclamaban "enemigo de la humanidad".
En Inglaterra era la segunda vez que el Papa pedía perdón ante el público por los abusos de sacerdotes católicos y hasta tuvo un breve encuentro con cinco víctimas británicas, cuatro mujeres y un hombre. Sin embargo, el perdón del Pontífice no convenció a la sociedad británica. "El Papa pidió disculpas por todos, salvo por sí mismo. No confesó sus propios errores y hasta ahora no está listo para entregar a la policía los datos sobre los sacerdotes pedófilos recopilados por el Vaticano", declaró en el desfile de protesta Peter Tatchell.