Originarios de URSS en Israel es otro Israel para Clinton
El 42º presidente de Estados Unidas, Bill Clinton, considera que los israelíes originarios de la antigua Unión Soviética presentan uno de los obstáculos para la concertación de la paz en Oriente Medio. Clinton Reveló esa posición durante un encuentro en marcos de su ‘Iniciativa Global’ a que asistían el primer ministro de Palestina Salam Fayyad y el presidente de Israel Shimón Péres.
Mientras hablaba del grado de lealtad a los esfuerzos pacíficos de la comunidad internacional, el ex presidente estadounidense advirtió que los ciudadanos procedentes de la URSS, especialmente los que se trasladaron al país en las últimas décadas, son los adversarios más acérrimos de la idea de devolver a los palestinos una parte de las tierras controladas por el Estado judío.
Además señaló que el proceso del desplazamiento de las poblaciones judías desde Cisjordania podría disminuir el ritmo, ya que en el Ejército Israelí hacen el servicio cada vez más oficiales y soldados originarios de la URSS. “Construyen allí su porvenir, para ellos no hay ningina justificación histórica u otra para ceder las tierras (a los palestinos —RT). Es un problema conmovedor —aseveró Clinton— el 16% de los israelíes hablan ruso. Es otro Israel”.
Para comprobar su opinión el fundador de la ‘Iniciativa Global’ recordó su diálogo con el entonces ministro del Interior de Israel Natán Scharanski, oriundo de Donetsk, Ucrania, durante la cumbre de 2000 en Camp David (EE. UU.) Scharanski fue el único representante de Tel Aviv que rechazó categóricamente el tratado de paz que preveía el traspaso de tierras a la Autonomía Palestina. “Mudé del país más grande de la Tierra a uno de los más pequeños —entonces explicó su postura el ministro—. ¿Y quiere Usted que aún lo empequeñecería dos veces? ¡Pues no, gracias!”
Clinton expresó su inquietud de que al no pasar Cisjordania a los palestinos ahora, 30 años más tarde la mayoría de los ciudadanos israelíes serían de nacionalidad palestina y el país se encontraría ante la necesidad de “optar por ser una democracia o un Estado de judaísmo ortodoxo”.