Este domingo 26 de septiembre a la 24:00 (hora local) ha expirado la moratoria de 10 meses para la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania, lo que ha provocado numerosas manifestaciones de júbilo por parte de colonos judíos de la región.
Según el periódico israelí Haaretz, está previsto que la próxima semana comience la construcción de unas dos mil nuevas viviendas. El fin de la moratoria puede asestar un golpe casi mortal a las conversaciones de paz que han sido recientemente renovadas entre palestinos e israelíes, y complicar las relaciones de Israel con los Estados Unido, su principal aliado extranjero.
Las celebraciones con motivo de la inminente reanudación de la construcción de colonias judías fue presenciada por miles de israelíes. Según el diario local Yediot Ahronot, en el asentamiento de Kiryat Netafim (unos 30 kilómetros al este de Tel Aviv) se puso la primera piedra de la futura guardería. Los manifestantes exigían que el primer ministro Benjamín Netanyahu cumpla su promesa de no dar prórroga a la moratoria.
Mientras tanto Netanyahu emitió una declaración exhortando a los colonos judíos, los partidos políticos y ministros de su gabinete a abstenerse de provocar a los palestinos y no atraer demasiada atención a la expiración de la moratoria, explicándolo por la necesidad de eludir enfrentamientos con los palestinos en el curso de las negociaciones de paz, emprendidas por iniciativa de Washington. “El primer ministro pide a los residentes de Judea y Samaria (Cisjordania), así como los partidos políticos a actuar con moderación y responsabilidad, ahora y en el futuro, tal como lo hicieron en los meses de la suspensión de nuevas construcciones," dijo en un comunicado la Oficina de Netanyahu.
A su vez el presidente de Estados Unidos Barack Obama, al igual que numerosos líderes mundiales, pidió al primer ministro de Israel prorrogar la moratoria.
A pesar de los llamamientos de Netanyahu, gran número de colonos han celebrado el vencimiento de la moratoria con ceremonias festivas entre hormigoneras y excavadoras y otros equipos de construcción que no dejaban dudas sobre la inflamación de los ánimos y disposición a reanudar en cuanto antes el trabajo. Los actos contaron con la participación de dirigentes de las colonias judías y políticos de derechas.
“De aquí me dirijo a Hussein Obama para decirle que la tierra de Israel pertenece al pueblo israelí”, comentó Gershon Mesita, jefe del consejo regional de los colonos de Samaria (norte de la ribera occidental del río Jordán), subrayando el segundo nombre de origen árabe del mandatario estadounidense para destacar “la enajenación que él y otros colonos judíos sentían hacia él”.
“Durante 10 meses os han tratado como ciudadanos de segunda clase. Hoy volvemos a construir toda la tierra de Israel”, dijo Danny Danon, miembro del partido derechista israelí Likud.
Los palestinos, entre ellos el presidente Mahmoud Abbas, también tienen las cosas claras: en repetidas ocasiones han declarado que en caso de que se reanuden las obras, todas las negociaciones entre los pueblos se darán por terminados y el destino de las conversaciones con Israel se decidirá tan sólo tras las consultas con la Organización para la Liberación de Palestina y la Liga Árabe.
Todavía se desconoce cuándo serán de dominio público las explicaciones oficiales respecto a la política de Israel en la delicada esfera de los asentamientos. Netanyahu en reiterada ocasión dio a entender que no prolongará la moratoria, mientras tanto no excluía posibles suspensiones o limitaciones unilaterales con el objetivo de mantener a flote el frágil proceso de paz con los palestinos.
La reanudación de la construcción en los territorios ocupados supondrá, por supuesto, nuevos 'roces' a nivel político entre los perpetuamente enemistados estados. Aunque en este momento están desbordando los niveles de meros ‘roces’, ya que, según los últimos datos, se han llevado las vidas de varios civiles (2 israelíes, entre ellos una mujer embarazada como resultado del ataque palestino en la orilla occidental del Jordán), lo que podría suponer un empeoramiento alarmante de la situación.
Más de 430.000 judíos viven en los asentamientos en toda Cisjordania y el este de Jerusalén, tierra capturada por Israel en la guerra de 1967. Estas colonias son uno de los escollos más espinosos que bloquean un posible (aunque por ahora, según los expertos, poco probable) acuerdo de paz entre palestinos e israelíes.