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Drogadicción en Afganistán afecta incluso a guardias de prisiones

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Combatir la producción de opio es uno de los desafíos principales de Afganistán, según los expertos internacionales. De acuerdo con la ONU, el país sigue siendo el productor más grande de esta droga en el mundo. La drogadicción afecta incluso a los guardias de las prisiones.

Combatir la producción de opio es uno de los desafíos principales de Afganistán, según los expertos internacionales. De acuerdo con la ONU, el país sigue siendo el productor más grande de esta droga en el mundo. La drogadicción afecta incluso a los guardias de las prisiones.   

La mayoría de los cinco mil encarcelados de Pul-e-Charkhi, la cárcel más grande de Afganistán, están ahí por contrabando y drogadicción. Sin embargo, el hermetismo no soluciona el problema de la droga dentro de las prisiones. Durante años, los guardias de la cárcel fueron parte de la red de contrabando.

“Cuando entré aquí hace unos años, muchos policías contrabandeaban drogas en la cárcel”, dice el mayor general Abdul Baaqi, jefe de la prisión. Otro empleado, Esmat Ullah, que ahora trabaja como custodio, se hizo adicto desde que cumplió los 12 años. Él cuenta que cuando empezó a trabajar como policía ya usaba el opio, hecho del que sabían sus colegas. “Hay oficiales que usan drogas, son pocos, pero no lo dicen a nadie”, cuenta. Esmat se rehabilitó sólo hace poco, cuando el jefe de la prisión descubrió que estaba involucrado en el uso de narcóticos.

Y él no está solo. Según un reciente informe estadounidense, la mitad de los policías afganos usan drogas por no tener buena educación y tener salarios insuficientes. Según opina Raz Mohammad Dalili, el director de “Sanayee Development Organisation”, esa gente llega a ser policías no para servir a la gente, sino que para beneficiarse a sí mismos.

Muchas veces los que deben prevenir el contrabando son quienes lo practican. Anteriormente, Abdul Rahim encancelaba a la gente por usar drogas. Ahora él mismo está en la prisión. Pero el ex jefe del ejército niega las acusaciones: dice que siempre sirvió a las leyes y no las violaba.

Al mismo tiempo, el Ministerio de Lucha Contra las Drogas asegura que tiene la solución del problema.

“Antes de llegar a ser policía uno tiene que pasar exámenes”, cuenta Zalmai Afzali, portavoz del Ministerio Antidrogas. “Para ser sargento, más examenes y pruebas. Eso es algo que se ha desarrollado a nivel estatal”, agrega.

Aún queda por resolver una cuestión crucial en este caso. Si los encargados de combatir el narcotráfico terminan realmente seducidos por el dinero que pueden ganar con esta actividad, el país aún tiene por delante enormes desafíos para alcanzar la paz.

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