A pesar de las intensas lluvias que cayeron sobre Brasil este fin de semana, miles de ciudadanos acudieron a las urnas para elegir al sucesor de Luiz Inácio Lula da Silva, que deja su cargo con el mayor índice de popularidad en toda la historia del país y que por primera vez en los últimos 21 años no se presenta como candidato a los comicios.
La intriga principal de la jornada ha girado en torno a la posibilidad de la candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Roussef, de imponerse al opositor José Serra en la primera vuelta. Con el 99,38% de las papeletas escrutadas por el Tribunal Superior Electoral (TSE), Rousseff lograba la primera posición con el 46,7% de los votos, seguida por José Serra con el 32,38%, y la ecologista Marina Silva, con el 19,43% de respaldo. Así, Rousseff superó por más de 10 puntos a su rival principal, pero no consiguió evitar una segunda vuelta. El 31 de octubre los brasileños tendrán que volver a los colegios electorales para determinar quién reemplazará a Lula en el puesto presidencial: Dilma Rousseff o José Serra.
Los 135 millones de brasileños convocados a votar acudieron a las urnas también para elegir a los gobernadores de los 26 estados federales y Brasilia, a 54 senadores, y 513 diputados federales y estatales. Más de 23 millones de personas (18%) se abstuvieron al emitir su voto.
La votación
A las 8 de la mañana (hora local) se abrieron los colegios electorales en los 5.567 municipios del país y estuvieron disponibles para los votantes hasta las 9 de la noche.
El proceso electoral se desarrolló en un ambiente muy tranquilo, con una cantidad mínima de incidentes. El presidente saliente destacó que esto es una demostración de la madurez política de los brasileños y elogió la transparencia de los sufragios. Lula votó por la mañana temprano en una escuela de la ciudad de Sao Bernardo do Campo, acompañado por su esposa Marisa Letizia.
De los principales aspirantes a la Presidencia, la primera en acudir a las urnas fue Dilma Rousseff, en la ciudad de Porto Alegre. Tras hacer su elección, declaró ante los periodistas que esperaba los resultados con tranquilidad fuera "en primer o en segundo turno". Opinó que los candidatos "luchan en buena lid" y reiteró algunos de los puntos de su programa, como la distribución de renta e inclusión social.
El candidato por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), José Serra, votó en São Paolo, donde agradeció a todo el pueblo brasileño por "acoger" su candidatura "con cariño" y prometió que al ser elegido construiría un régimen democrático "más fuerte que las conmociones" que han sufrido los brasileños.
Marina Silva, aspirante por el partido Verde, concurrió a la urna en Río Branco y expresó la seguridad de que habría una segunda ronda. Al votar hizo con su mano la 'V' de la victoria y dijo que "confía en Dios" en referencia a la probable segunda vuelta.
Escrutinio automatizado
Los comicios presidenciales brasileños fueron supervisados por más de 150 observadores de 26 países. Se trata de la mayor comitiva foránea de las que han ido a Brasil a seguir unos sufragios.
Uno de los motivos de tanto interés hacia el proceso electoral en Brasil es el sistema brasileño de votación, totalmente automatizado. Precisamente las urnas electrónicas adoptadas en el país en el año 1996 hacen que el escrutinio sea cuestión de unas pocas horas.
Según consideró el analista político de la Universidad de São Paulo Humberto Dantas, la concurrencia internacional tan alta también se debe al resultado positivo de la gestión de Lula da Silva. "El mundo quiere saber lo que será Brasil después de Lula", opinó.