El 7 de octubre EE. UU. y Rusia recuerdan a Anna Politkóvskaya, en el cuarto aniversario de su asesinato. La destacada periodista dedicó su vida y su carrera profesional a la defensa de los miserables, los humillados y los ofendidos.
Con motivo del cuarto aniversario de este suceso trágico, el departamento de Estado de EE. UU. a través de su portavoz oficial, Philip J. Crowley, celebró la intención del presidente y la fiscalía de Rusia de revisar los expedientes de los asesinatos a periodistas. Señaló además que en el despacho seguían vigilando el avance de la instrucción sobre la causa de Anna Politkóvskaya, a quien mataron en las puertas de su casa de Moscú en 2006.
Anna Politkóvskaya había nacido en 1958 en Nueva York, en una familia de diplomáticos soviéticos de origen ucraniano y fue registrada bajo el nombre de Anna Mazepa. Politkóvskaya era ciudadana tanto de los Estados Unidos como de la Federación Rusa. En este último país pasó casi toda su vida.
Fuera de allí, Politkóvskaya obtuvo la aprobación general por su trabajo en Chechenia durante las dos grandes operaciones antiterroristas de los años 1994-1995 y 1999-2002. En sus reportajes a los campos de refugiados representó a las mujeres e hijos de los propios terroristas, que al mismo tiempo se escondían en las montañas cercanas, así como a las víctimas reales e inocentes de aquel sangriento conflicto de valores que ella llamó siempre una guerra.
Su aporte máximo en la vida social y política rusa fueron los explícitos datos en la investigación mediática de los múltiples hechos de corrupción entre las élites regionales, los generales del Ministerio de Defensa federal y otros altos funcionarios rusos. Pero también prestaba atención a las víctimas de la violencia en la calle, a todos los notorios casos de ataques contra los disidentes y a los representantes de las minorías étnicas, las relaciones brutales entre los soldados y suboficiales en el Ejército.
Politkóvskaya siempre tomaba en cuenta la vida de los protagonistas de sus publicaciones, cualquiera que sea su problema. En muchos casos, les acompañaba desde la oscuridad de su vida cotidiana hacia el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, donde les ayudaba a abrir paso a una indemnización por los daños que les hubiera causado en Rusia las autoridades o empresarios o algunos grupos radicales.
“Ella solía sostener lo mejor que hay en el periodismo independiente, convirtiéndose en el portavoz de las víctimas y arrojando la luz sobre la verdad”, destacó Crowley en su comunicado.
“Hay dos tipos de periodismo”, consideró Vera Politkóvskaya, hija de la famosa periodista. “Para unos es la vocación, paro otros, el trabajo. Cada periodista, al entrar en la profesión, elige uno de estos caminos”. Está completamente claro, dice, que para su madre fue una vocación, fue toda su vida. “Pero el otro punto de vista también tiene derecho a existir”, subraya Vera, como buena hija de una de las máximas defensoras de los Derechos Humanos en la historia contemporánea rusa.
La presente fecha conmemorativa recuerda entre otras cosas que el crimen que acabó con la vida de Anna Politkóvskaya aún está sin resolver luego de cuatro años de ausencia.