De día Moscú vive como cualquier otra capital de cualquier otro país: los moscovitas trabajan, estudian, crían a sus hijos y disfrutan de la vida. Pero de noche todo se ve muy diferente. Quien se atreva a pasear por las calles de la antigua ciudad después de que la oscuridad cubra el cielo, conocerá otro Moscú lleno de mitos, leyendas, fantasmas y espíritus malignos.
Las paredes del Kremlin, por ejemplo, lloran sangre. En una de las torres, las manchas de sangre se ven mejor que en otras. ¿A quién echa de menos el corazón de Moscú? ¿Por quién llora? Hace casi cuatro siglos, bajo la torre, en las catacumbas, vivían los presos y en uno de los cuartos fueron horriblemente torturados. La leyenda dice que aún hasta nuestros días, las almas de aquellos desdichados siguen sin econtrar la paz.
La calle que antiguamente era el centro de entretenimiento, Kuznetskiy Most, ahora está superpoblada de fantasmas. Una joven francesa que murió atropellada por un carruaje pasea allí buscando al joven vendedor de revistas que hace años le trajo la mala noticia de la muerte de su amado. La francesa trae mala suerte a los que la ven. Poca gente conserva la vida tras el fatal encuentro.
La joven mujer no es la única habitante de esta estrecha calle. El chófer del carruaje gris tampoco está aquí por casualidad. Nadie nunca sabrá nada de aquellos a los que transporta, ya que viajan al encuentro con la muerte.
Cerca de Kuznetskiy Most se ubica un edificio simple, pero con una historia verdaderamente espantosa. En los tiempos soviéticos aquí estaba un laboratorio de venenos. Nada extraordinario, si no fuera por un pequeño detalle: la efectividad de esos venenos era probada en hombres vivos. En ese mismo laboratorio, noche tras noche también se escuchaban disparos: de esta forma se libraban de la gente 'indeseable' los poderosos del país. La calle amanecía toda roja de sangre. No se puede esperar otra cosa que no sea la aparición de fantasmas allí.
Moscú no sólo atrae a fantasmas humanos. Dos veces al mes, en días impares, un enorme gato pasea por el centro de Moscú. No es tan fácil de ver, pero al parecer los autores de la Enciclopedia Internacional de los Fantasmas tuvieron suerte, por lo que ahora el gato es famoso internacionalmente.
En la calle Miasnitskaya, en el siglo XIX, en una gran casa vivía un matrimonio tan rico como avaro. Cada noche paseaban por las calles con sus joyas encima para evitar que los ladrones les robaran cuando estaban fuera de casa. Pero un día, el marido decidió guardar todo en la chimenea y se fue a su dacha con su esposa. Al volver, la pareja encontró sólo un montón de cenizas. La señora murió de la impresión al ver lo sucedido y su marido se volvió loco. Su fantasma sigue buscando hasta hoy las joyas en su antigua casa.
En la torre Suharevskaya, un compañero del zar ruso Pedro I, Iakov Brus, hizo un observatorio y se pasaba allí las noches estudiando, según la creencia de los moscovitas, 'El libro negro' escrito por el diablo. Aparte de estudiar, Brus también preparaba drogas mágicas. Cuando Brus se cansaba de sus estudios y de la preparación de drogas con cerebros de ranas, salía por la ventana y volaba sobre Moscú hasta que los rayos del sol se reflejaban en las cúpulas doradas de las iglesias.
Finalmente, el lugar místico más famoso de Moscú es la 'Mala Habitación', descrita detalladamente en la novela del escritor ruso Mijaíl Bulgákov 'El maestro y Margarita'. Todos sus habitantes desaparecieron o murieron de forma extraña. Posteriormente aquí se estableció el diablo con su corte, la escalera al otro mundo y es el lugar al que acuden las personas famosas muertas, como reinas, escritores o músicos.
No estamos solos en la capital del mayor país del mundo. Basta sólo con atreverse a pasear de noche por las calles desiertas de la ciudad para encontrar a todos sus habitantes de ultratumba.