Una artillería pesada influye en los debates estadounidenses de cara a las elecciones legislativas, y qué mejor arma que la económica. Los republicanos buscan la revancha ante los demócratas y esta vez cuentan con el apoyo récord de los grandes empresarios del país. ¿Pero pueden estas contribuciones llevarlos a la victoria este 2 de noviembre cuando los estadounidenses acudan a las urnas?
Según el estudio publicado en el diario Washington Post, los candidatos a las elecciones al Congreso y al Senado de EE. UU. han gastado alrededor de 2.000 millones de dólares en campaña. Dicha suma equivale a un promedio de 4 millones de dólares por escaño y es casi tanto como la suma total que gastaron en la campaña presidencial de 2008 el actual mandatario del país Barack Obama y su rival, el republicano John McCain.
El rotativo estadounidense señala que diferentes grupos de interés aportaron sumas exorbitantes a favor de los republicanos. La avalancha de dinero surgió especialmente de la Cámara de Comercio, que empleó en los últimos meses 9 millones de dólares, y de la agrupación American Crossroads, con 5,5 millones. Según comentó el especialista en financiamiento de campañas del Centro Brookings, Anthony Corrado, se han detectado "mayores gastos por parte de estos grupos, en particular del lado republicano".
Estas donaciones podrían estar motivadas por el hecho de que en estos sufragios está en juego el control político en ambas cámaras legislativas, por lo que estas organizaciones no escatiman en gastos y alcanzaron prominencia este año. Tales donaciones son legales, pues la Corte Suprema de Justicia no estipula límites al financiamiento de las campañas electorales nacionales para empresas, grupos de interés o sindicatos. Sin embargo, el Washington Post estima que se podrían haber concedido unos 400 millones de dólares por vías externas.
El propio presidente Barack Obama en su discurso semanal declaró que "hay grupos interesados que pusieron millones de dólares para las campañas de aquellos que se oponen a las reformas del sistema financiero, reformas que son destinadas a la clase media. Estos intereses quieren proteger privilegios que les permiten hacer lo que quieran. Y estos intereses guardan una estrecha relación con los líderes republicanos que buscan una victoria política".
"Habrá más republicanos"
Por el momento, los demócratas tienen mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Los republicanos pretenden arrebatarles el poder en ambas y los sondeos apuntan a que tienen posibilidades de lograrlo. Hasta hace poco los rumores acerca de la popularidad de los conservadores no han tenido otros argumentos que los resultados de las encuestas. Ahora, la Casa Blanca ha reconocido oficialmente que en el Gobierno "habrá más republicanos". El asesor de Obama, David Axelrod, dijo que los demócratas "estamos listos para trabajar juntos. La cuestión es ¿están ellos listos para trabajar con nosotros?". La respuesta a esa pregunta no se hizo esperar. El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, declaró a la revista National Journal que "lo importante que queremos lograr es que el presidente Obama sea un presidente de un solo período".
El fin de la campaña está cada vez más cerca. Los demócratas no creen que las aspiraciones de los republicanos de convertir a Obama en un presidente de un solo mandato las comparta la sociedad estadounidense. Barack Obama, como admitiendo que ya es un hecho que perderá la mayoría, llamó a los opositores a reconocer después de las elecciones que no se puede seguir permaneciendo "en el banco de suplentes" y a "participar para intentar encontrar una solución a los problemas que desde hace mucho afectan a Estados Unidos". Pero si el comentario de McConnell es una opinión común entre los republicanos y su meta fundamental para los próximos años es asegurar la derrota del presidente actual, 'colaboración' no será la palabra más adecuada para definir la política interna estadounidense.